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Musicoterapia y Neuropsicología: superhéroes improvisados en el freestyle

La música es el lenguaje del alma. ¿Por qué podemos sentimos identificados con esta frase? Bien, cuestiones metafísicas aparte, la musicoterapia nos ayuda a entender la música como una forma de comunicación y de expresión bastante especial: nos conmueve, nos hace pensar, reflexionar, recordar personas, momentos, situaciones, etc., y además, conlleva una serie de demandas cognitivas específicas al sistema nervioso, que son exclusivas de la actividad musical y que traen consigo significativos efectos neuroquímicos. Es más, gracias a las técnicas de neuroimagen de las que se dispone hoy en día, se ha podido comprobar que la percepción y la producción musical, implican un amplio entramado de redes neurales, distribuida a través de ambos hemisferios cerebrales y del cerebelo. A lo largo de este artículo entenderemos los beneficios psicológicos de la música.

Musicoterapia: La música es el lenguaje del alma

Un aspecto interesante de la música es la posibilidad de crearla en el momento, dejando fluir la creatividad y las ideas, de las cuales se obtendrá un producto único, espontáneo y original. Es aquí donde damos paso a la improvisación. De modo general: la improvisación musical es un ejemplo de conducta creativa compleja, que requiere un alto grado de experiencia e involucra la generación novedosa y contextualmente significativa de contenidos musicales (Bengtsson, Csikszenymihalyi & Ullen, 2007; Manzano & Ullen, 2012).

Muchos de los estudios que hay en relación con este tema, llevan a cabo el análisis de la producción musical con instrumentos en una relativa variedad de géneros y estilos. No obstante, la música rap es uno de los géneros en donde se puede apreciar una mayor complejidad en cuanto a las funciones de estos mecanismos que tenemos como objeto de estudio.

La improvisación y la música rap: el freestyle

Desde varias décadas atrás, con el nacimiento de la música rap dentro de la cultura urbana, surge también el denominado freestyle o improvisación. Esta práctica ha ido cobrando importancia paralelamente a la evolución del género musical del hip hop, llegando a convertirse en la actualidad, en uno de los fenómenos con mayor repercusión en las redes sociales y plataformas audiovisuales como YouTube, alcanzando una gran popularidad entre la juventud actual.

Y es que, hace relativamente poco, la compañía RedBull ha colaborado con un equipo de profesionales de México, investigadores del Centro Universitario La Salle, para realizar estudios de neuroimagen, identificando los procesos cognitivos que se activan al realizar esta práctica y localizando los sustratos cerebrales subyacentes a esta actividad, hallando que durante la improvisación disminuye la actividad de las zonas cerebrales dedicadas al control (por ejemplo, la inhibición del lenguaje interno y de la autocrítica), mientras que se disparan las actividad de las zonas responsables de los procesos creativos e imaginativos.

Neuropsicología: el cerebro improvisador

Partimos de la base de que, el freestyle, traducido del inglés como “estilo libre”, es una actividad prácticamente igual a la que realizan los compositores de música rap en sus letras: emitir versos que tengan sentido, concordancia y cohesión, que contengan rimas, que transmitan algún mensaje y cuyas acentuaciones silábicas, se realicen en paralelo a los golpes musicales del ritmo. Y esto ya requiere una actividad cerebral compleja. Sin embargo, se diferencia de ésta, en que la improvisación se efectúa en tiempo real, aquí y ahora. La neurociencia juega un papel fundamental a la hora de explicarnos los diferentes fenómenos que ocurren en nuestrio cerebro cuando la música entra en acción.

Es decir, el freestyle no requiere un tiempo de elaboración y memorización de la letra previo, sino más bien tener los cinco sentidos en lo que sucede en ese momento presente, (es decir, atención y consciencia plena en los estímulos que sea capaz de captar nuestro sistema perceptivo), a lo que se le suma un extra de creatividad para la creación – valga la redundancia – espontánea e instantánea de versos. Para que esto se lleve a cabo con eficacia, tiene lugar una activación especial en el cerebro (concretamente en una serie de localizaciones con nombres muy complejos que no vamos a entrar a detallar), que representa los procesos cognitivos más relevantes a la hora de improvisar: toma de decisiones, atención, creatividad, emoción, fluidez verbal, velocidad de procesamiento, almacenamiento y recuperación de la memoria, así como los mecanismos de inhibición de distractores (externos o internos), flexibilidad para cambiar de temas, para corregir errores, etc., y que también son exclusivos de la improvisación.

Musicoterapia y neurociencia

Es más, desde el campo de la musicoterapia y las neurociencias, se ha encontrado que la improvisación involucra ciertas características neuroanatómicas y fisiológicas que la diferencian del resto de producciones musicales (Limb & Braun, 2008). Por ejemplo, Charles Limb, en un estudio sobre el cerebro improvisador, halló que existen diferencias entre cerebros que producen un patrón musical ya memorizado y cerebros que generan patrones musicales de forma espontánea e instantánea. Incluso desde la perspectiva de la neurorrehabilitación se plantea la aplicación de musicoterapia, basada, en su parte más efectiva, en la improvisación musical, ya que se relaciona con tantos dominios cognitivos, afectivos, intelectuales, sensoriales y motores que además pueden ser transferidos a comportamientos ajenos a la música.

Si la música es algo mágico de por sí, la improvisación es otro superpoder del que nos capacita nuestro cerebro, y que todos podemos desarrollar y llevar a cabo. En mi opinión, la ciencia y el arte siempre me parecieron disciplinas dispares, sin embargo, desde la lente científica, podemos acompañar y observar estos fenómenos, los cuales, aún nos queda mucho por descubrir y quién sabe, quizás nunca podamos estudiarlos con completa exactitud.

Por Ángelo Andre Centeno.

@97perezandre


REFERENCIAS BIBIOGRÁFICAS

Abrahan, V. & Justel, N. (2015). La improvisación musical. Una mirada compartida entre la musicoterapia y las neurociencias. Psicogente, 18(34), 372-384. http://doi.org/10.17081/psico.18.34.512

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