“Corre más”, “esfuérzate”, “no puedes fallar eso”, “pasa antes” y un sinfín de expresiones del estilo se escuchan a diario desde las gradas de los diferentes terrenos de juego en dónde los jóvenes deportistas practican su deporte favorito, con el único objetivo, a priori, de divertirse. Analizamos qué pueden hacer los padres en el deporte de su hijo.
Día a día en el mundo del deporte, atribuimos a un mal rendimiento una mala preparación o un mal calentamiento, tal vez un mal estado de forma o simplemente no tener las habilidades suficientes y necesarias para la correcta ejecución de una determinada tarea. Sin embargo, existen otras variables que pueden moldear e incluso afectar de manera directa en el rendimiento de igual modo que las citadas anteriormente. Variables de carácter biológico, psicológico y social, entre otras, tienen mucho que ver en el rendimiento que el deportista obtenga (bien sea de deporte base o de alto rendimiento), en la disciplina a la que pertenezca.
¿Cómo influye la presión en el rendimiento deportivo?
En primer lugar, es importante citar al factor social-ambiental del deportista. Es importante (pero no necesario), que éste tenga un entorno favorable y que disponga de una buena y estrecha red de iguales para su correcto desarrollo y funcionamiento, tanto a nivel físico como psicológico, así como en su carrera deportiva. Importante pero no necesario, ya que existen numerosos ejemplos en distintas disciplinas que, habiendo nacido en entornos realmente desfavorables, han llegado a lo más alto de su deporte, como Lionel Messi o Lebron James entre otros. Es preferible que su familia nuclear desde un primer momento muestre todo su apoyo al deportista y trate de enseñarle los valores que, tanto ellos como el deporte en sí, pretenden inculcar. Por lo general, en contextos más perjudicados, con niveles socioeconómicos más bajos, es más difícil que se obtenga todo el apoyo recomendable y que pueda aumentar con ello – a medida que el deportista va creciendo- la presión que los padres pueden ejercer sobre su hijo.
¿Cómo influye la presión de los padres en el deportista?
Sin embargo, esta presión externa ejercida generalmente por los padres, no solo se da en contextos socioeconómicos pobres sino también en clases medias y altas. La presión que se ejerce sobre los deportistas, condiciona las conductas y los pensamientos de éstos, provocando en muchos casos un bajo rendimiento en su tarea. Hablamos de presión externa cuando se produce de fuera a dentro, es decir, por medio de un agente externo al deportista (por ejemplo, tras terminar el partido, el padre no le dirige la palabra porque considera que el deportista no ha rendido a su mejor nivel), pero también podemos hablar de presión interna, haciendo referencia a los pensamientos de autoexigencia que cada deportista tiene y se autoimpone a sí mismo, para lograr un objetivo determinado (por ejemplo, “Este partido es importante, tengo que rendir al máximo nivel” o “Mis padres se han sacrificado mucho para que yo esté en el equipo, tengo que demostrarles lo que valgo”).
Aquí es dónde podemos localizar uno de los principales problemas y es que generalmente no somos conscientes de que cada deportista, en muchas o pocas situaciones (dependiendo de éste), presenta una presión interna debido a los propios pensamientos que le rondan por su cabeza. Una presión interna que se suma a la presión ejercida por los padres en situaciones concretas, que puede desembocar en ansiedad o a la postre, un bloqueo o parálisis en la ejecución de sus tarea, un bajo rendimiento o incluso, problemas de autoestima que afecten, ya no solo al contexto deportivo, sino a los demás contextos en los que se encuentre inmerso el deportista.
Con esta explicación, no pretendo decir que la presión siempre resulte perjudicial para el deportista, sería conveniente diferenciar entre una presión positiva y una presión negativa. Entendiendo por una presión positiva aquella que hemos sentido todos o casi todos los deportistas a la hora de practicar un deporte. Una presión, generalmente interna, que nos motiva y nos provoca para ser ambiciosos a la hora de lograr los objetivos. De hecho, puede resultar conveniente experimentar cierta cantidad de presión, un mínimo que sirva para motivarnos y poder lograr el máximo rendimiento posible.
Los padres de André Agassi
Encontramos muchos ejemplos en el mundo del deporte que hacen alusión a esta presión negativa ejercida por los padres. André Agassi en el “Diario Clarín” comentaba lo siguiente:
“De los 3 a los 13 años, amé cada minuto que pude jugar, y eso se lo debo a mi padre. Él tiene mucho que ver con mi éxito actual… pero en la adolescencia sentía que mi padre ponía muchas expectativas en mi (presión negativa). Nuestra relación se basaba exclusivamente en el tenis. Yo quería que fuera mi papá, no mi entrenador”.
Este testimonio que relata la gran leyenda del tenis André Agassi, es un ejemplo de los muchos que suceden día tras día en el deporte. Padres que apoyan a sus hijos en sus comienzos haciéndoles disfrutar del deporte en sí, pero a medida que crecen y van observando un posible potencial en él, sus expectativas se disparan creando una presión que dependiendo de la persona, será positiva o negativa. Por último y como ejemplo de una correcta actuación de los padres en relación al deporte de sus hijos, quiero destacar el testimonio de otro jugador de tenis de enorme estatus como Ivan Lendl en el que comentaba lo siguiente:
“Me presentaron el juego como una opción, como una actividad que a ellos les encantaba y que quizás me gustaría a mí también”.
Deja claro en un par de líneas el ideal al que los padres deberían acudir, presentar el deporte como una opción con la que poder divertirse y aprender, sin obligar a nuestros hijos a la realización de un deporte en concreto, solo porque a nosotros nos guste.
A modo de conclusión, más allá de los diferentes y posibles intereses que el deporte genere en aquellos deportistas más preparados, como padres debemos tener en cuenta que con nuestros actos, palabras o simples comentarios, podemos estar generando una presión externa negativa sobre nuestros hijos que puede provocar el efecto contrario al que deseamos. Por tanto, presentar el deporte como una opción de disfrute, animarle, intentar entenderle, crear un vínculo social en el que nuestro hijo se sienta cómodo y mostrarle nuestro apoyo incondicional, en las buenas y sobre todo en las malas, puede resultar determinante para evitar el abandono, la ansiedad o cualquier otro tipo de sufrimiento asociado al deporte
Por Ignacio García Giménez.
REFERENCIAS BIBIOGRÁFICAS
Roffé, M., Fenili, A., & Giscafré, N. (2003). Mi hijo el campeón. Las presiones de los padres y el entorno.