Paradójicamente el ser humano siempre busca la perfección, sin embargo, vivimos en un planeta que está inclinado y con una sociedad que no es perfecta, el problema es que cuando algo no es perfecto se introduce en la ecuación la palabra error, que es una palabra que nos acompaña en el día a día y una de las palabras más repetidas de este artículo.
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Perfección: ¿cómo valoramos el acierto y el error?
En la actualidad la mayoría de las acciones que realizamos son evaluadas por nosotros mismos o por otras personas como acierto o como fallo, ya sea de forma dicotómica (si/no) o de forma gradual (0 a 10). Desde que nos levantamos y preparamos el desayuno (se nos queman las tostadas en mayor o menor medida FALLO), perdemos el autobus FALLO, vamos a la escuela a estudiar y nos evalúan según el número de FALLOS, evalúan tu expediente con fallos, juegas al fútbol y FALLAS un penalti, juegas al tenis y cometes ERRORES forzados o no forzados, juegas a un videojuego y superas o no los niveles según el número de fallos que cometes. Yendo más allá, la imagen corporal se valora de forma positiva o negativa según el número de imperfecciones que detectas o te detectan, y esa valoración tiene muchísima importancia.
Para ver y entender porqué evaluamos todo, podemos observar que muchas veces dependiendo del tipo de motivación que priorice cada uno va a mostrar una mayor o menor disposición a realizar ciertas tareas en función de los resultados previos, o la posibilidad percibida de tener éxito. Esto implica que ya el objetivo de la tarea se va enfocando a reducir al máximo el número de fallos.
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¿Cuáles son las consecuencias que puede tener esta orientación?
En otro de mis artículos hablo sobre el dilema eficacia – resultados – técnica así que no detallaré esta cuestión, pero muchas veces el miedo a aprender algo nuevo o el miedo al error condicionan nuestros resultados en el presente y en el futuro.
Para ello os traigo dos reflexiones de dos personas completamente distintas y que desarrollan su actividad en dos sectores diferentes (la enseñanza y la docencia en tenis)
La primera iría encaminada a cómo la sociedad actual tiende a ver y criticar el fallo mucho más que un acierto. Y la segunda reflexión sería que lo importante no es si cometes o no el error, es conocer si ese error te está llevando en la dirección adecuada o te está dando una advertencia para cambiar de rumbo.
Por lo tanto, tras estas reflexiones, la orientación al resultado no obtiene tantos resultados (valga la redundancia), como cabría esperar, así que lo ideal sería aceptar el error como una posibilidad que nos acerca o nos aleja de nuestro objetivo y lo que es más importante atrae toda la atención sobre él dejando de lado todo lo bueno que hemos hecho o aprendido durante la realización de la tarea.
Por Álvaro Ruiz