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¿Quien no ha sentido nunca la típica frase de “hay que pensar en positivo”? O por el contrario, ¿a quien no le han advertido de los peligros de pensar de forma negativa?

Es evidente que el hecho de pensar en negativo, de anticipar sucesos creando el peor escenario posible, no nos aporta nada productivo. ¿Pero, y que nos aporta el pensamiento positivo? A priori, podríamos pensar que nos aporta seguridad, confianza, tranquilidad, alegría, etc. Pero, ¿el mero hecho de pensar en positivo hará que nuestro rendimiento sea mejor?

Podríamos referenciar el famoso libro de El secreto, de R. Byrne, fijándonos en la teoría que expone, dónde se sostiene que enfocarnos en cosas positivas puede mejorar los resultados que obtendremos. Para este tema también es interesante basarnos en la física cuántica con la ley de la atracción, esta expone algo similar a que si pensamos en conseguir algo concreto, cambiaremos nuestro foco atencional y nuestro filtro para recibir estímulos, y atraeremos aquello que queremos conseguir mediante la energía que emitimos.

Sería algo parecido a como cuando nos queremos comprar un coche. Pongamos que queremos un Volkswagen Golf y, de golpe, ¡salimos a la calle y resulta que vemos muchos más Volkswagen Golf que de costumbre! No es magia, no es que de golpe todos los Volkswagen Golf hayan aparecido en nuestra calle, es que nuestro filtro de percepción del mundo ha cambiado. Probablemente siempre ha habido un numero similar de esos coches por nuestra zona, pero nunca antes habían formado parte de nuestro foco atencional.

Así, si queremos un VW Golf tenemos, en principio, dos opciones de pensamiento, el pensamiento positivo y el negativo. Podemos pensar que lo tendremos dentro de una semana, ¡porque hoy hay bote en la primitiva y llevamos una apuesta!. O podemos pensar que nunca lo tendremos, o al menos que de momento no lo podremos tener ya que no tenemos el dinero ahorrado como para comprarlo.

¿Alguno de estos dos pensamientos nos está acercando a nuestro objetivo, que no es otro que comprarnos ese modelo de coche? Para mi, rotundamente, no.

Es por eso que me gusta hablar del pensamiento eficaz, del pensamiento sobre aquello que nos puede aportar una mejora, pudiendo, obviamente, enfocar en lo positivo, pero teniendo claro que ese pensamiento es eficaz, que no representa una situación idílica, de fantasía, que es muy muy poco probable que se dé (véase el caso del fantasear sobre que nos va a tocar la lotería y así podremos comprar nuestro ansiado VW Golf), sino que hace referencia a un pensamiento que nos ayuda a enfocar en aquello que nos proporciona mejora, aquello que nos aporta y no aquello que nos quita.

Más allá de este tipo de pensamiento está la acción, es decir, por el mero hecho de fantasear no vamos a conseguir que esa fantasía se vuelva real, el pensamiento necesita acción. Así, dotando a nuestros comportamientos de un pensamiento eficaz y realizando acciones que estén en sintonía con nuestras ideas, la probabilidad de éxito será, seguro, mucho mayor.

Si hablásemos, por ejemplo, de un jugador de fútbol que se dispone a chutar una falta. ¿Qué puede pensar? El abanico de ideas que pueden aparecer en su cabeza es infinito. Si siguiese un pensamiento negativo podría pensar que no va a conseguir hacer gol porque hoy tiene un mal día, por el contrario, si tuviese un pensamiento positivo podría pensar que va a marcar un golazo por la escuadra y que todo el estadio va a corear su nombre.

En este caso, el pensamiento positivo nos puede aportar más seguridad y confianza que el pensamiento negativo pero, ¿no hay una opción mejor para acercarse de forma determinante al objetivo? Para mi, la respuesta es que si, y esa opción no es otra que el pensamiento eficaz sumado a la acción.

Este jugador podría pensar que, teniendo en cuenta como está la barrera y dónde está situada la falta, lo mejor que puede hacer es darle con el interior del pie para superar la barrera y colocar la pelota en la escuadra, y, de estar forma, conseguir anotar. Incluso podría enfocarse en los recursos que él tiene para conseguir ese preciso golpeo. Y, como no, a esto hay que sumarle la ejecución de la falta, es decir, el movimiento, la acción.

Con todo esto no quiero decir que el pensamiento positivo sea malo y que debemos llenar nuestra cabeza de ideas lo más reales posibles, ¡ni mucho menos! Los sueños tienen un gran poder, nos permiten motivarnos y trazar el camino para llegar a ellos. Aun así, en acciones concretas, dónde queremos conseguir nuestro máximo rendimiento vale la pena fijarnos en los recursos, habilidades o competencias que poseemos para generar pensamientos lo más acordes posible a esto y dónde, sobretodo, aparezca la acción.

Lo que es evidente es que la forma y calidad de nuestros pensamientos tienen una gran influencia en nuestros comportamientos y los resultados que obtenemos. Lo importante es que solo nosotros, o mejor dicho, solo tu tienes el poder para decidir si tus pensamientos te van a potenciar o, por el contrario, te van a limitar.

Así, decide potenciarte, enfoca en aquello que te aporta y… ¡piensa eficazmente!

 

 

 

Rubén Bravo Carvajal

@rrbcc

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