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Muchas veces, tanto en la vida como en el deporte, el concepto de competitividad se maneja de forma errónea, creando en nuestros deportistas esquemas que inducen a una práctica errónea de la actividad deportiva.

La obsesión por centrarse en el resultado, en demostrar que uno es mejor que los demás, en arriesgarse más de la cuenta y sobre todo, en perder de vista el objetivo principal, que no es otro que el rendimiento, son algunos ejemplos claros que vemos cada fin de semana en las instalaciones deportivas.

Todo tiene una explicación: ganar a cualquier precio por encima de todo.

¿Qué es la competitividad? ¿Cómo influye en el rendimiento?

La competitividad es un factor principal dentro del rendimiento y de la motivación de logro. Es deber nuestro, tanto de los entrenadores como del resto de profesionales que nos dedicamos al deporte, enseñar a nuestros jóvenes a dirigir la competitividad hacia una satisfacción personal basada en objetivos de realización y no de resultado.

En estas edades de iniciación deportiva tenemos que hacer hincapié en dar importancia a que los deportistas lleven a cabo las tareas encomendadas y que han trabajado durante toda la semana en los entrenamientos.

Por ejemplo, en fútbol debemos focalizar la atención en la realización de ocasiones de gol y no en el número de goles. En voleibol, es más importante insistir en la realización de un número de remates que en un número de puntos. En baloncesto, conseguir alcanzar una buena técnica de tiro por encima de hacer un número de puntos, etc.

Cuanto más rendimiento, mejores resultados

Esto mismo lo podemos extrapolar al ámbito escolar. Trabajar y estudiar a diario le dará al alumno una mayor confianza de cara al examen final y por tanto más posibilidades de dar un mayor rendimiento y por consiguiente un mejor resultado.

Y qué decir de nuestra vida diaria y de nuestras relaciones sociales y personales. La diferencia entre un ‘compañero del cole’ y un ‘amigo’, es que para llegar a este último no vale con hablar un día o dos de vez en cuando, sino que conlleva una serie de elementos, como por ejemplo la confianza, y una continua amistad que se transformará en todo lo que significa ‘ser amigo’.

Por tanto, es vital que tanto los padres, profesores, entrenadores y demás personas que estamos involucrados en la educación escolar y deportiva de nuestros alumnos y deportistas, no perdamos de vista el concepto de competitividad como satisfacción personal por alcanzar un fin que ayudará a mejorar nuestro rendimiento como persona y como deportista.

Por Fernando Callejo Muñoz

@9_Nanox

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