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Decía una frase del célebre escritor, poeta y dramaturgo británico Oscar Wilde que “La vida es algo demasiado importante como para tomársela en serio”, y desde nuestro humilde punto de vista, no podríamos estar más de acuerdo.

Mientras en otras sociedades como la norteamericana, fracasar, errar o equivocarse forma parte del proceso lógico de aprendizaje e incluso este tipo de acontecimientos quedan reflejados en la vida curricular como experiencia adquirida, existen otras culturas como la nuestra, en la que la palabra FRACASO merece ser escrita con mayúsculas siendo motivo de vergüenza y ocultamiento mayoritariamente.

No nos hacemos una idea, de las implicaciones tan dramáticas que esta interpretación nos puede llegar a suponer.

Juanito no se atrevió a pedir la pelota otra vez, pues falló sus dos primeros intentos de regate. Tal vez no fuese el campeón que le decía su padre.

Lucas volvió sólo y decaído a casa porque saludó a tres mujeres y no recibió respuesta. Tal vez no sea un Casanova.

María dejó sus estudios, porque suspendió un curso. Tal vez los estudios no se me den bien.

Laurita tiró su bicicleta nueva porque cayó al suelo un par de veces. Tal vez no sea lo mío.

Y es que el fracaso ha jugado siempre un papel importante. Podríamos decir que está integrado en la historia de nuestra evolución, ya que para llegar a donde hoy estamos, me aventuro a pensar sin temor a equivocarme que hemos tenido que atravesar un sinfín de fracasos, como especie y como individuos.

Lo que diferencia a las personas que alcanzan sus objetivos, metas o sueños, es su capacidad para perseverar y levantarse una vez tras otra ante la dificultad. Rasgo básico éste de las hoy día llamadas personas “resilientes”.

Por tanto, en la medida en que seamos capaces de aceptar el fracaso como parte del juego, como paso previo y necesario para alcanzar nuestras más ansiadas metas, sólo en ese preciso momento, seremos capaces de estar preparados para disfrutar del fracaso como antesala del éxito.

No existe mayor fracaso que no superar el miedo a fracasar.

Carlos Rey García

@CarlosReyPsicoa

 

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