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Deporte de excelencia o de exigencia, tú decides

¿Haces deporte? Tanto si la respuesta es un sí claro y sin matices, como si has contestado algo así como “No, pero me gustaría hacerlo” o “No, pero debería hacerlo” te invito a seguir leyendo.

El valor que le damos al objetivo deseado cuando hacemos deporte (ej. mejorar nuestra salud, conseguir un físico determinado o superar retos) condiciona, y mucho, el tiempo y la actitud que le dedicamos a esta actividad.

Deporte de rendimiento o deporte de resultado

Para aquellos que competís en alguna disciplina deportiva, supongo que expresiones del tipo “tengo que ganar como sea”, “hay que ganar por lo menos dos partidos” o “tengo que quedar el primero” os serán muy familiares. Si no se gana, no sé consiguen seis puntos o no se queda en primera posición aparece una enorme sensación de frustración, si, esa sensación de tristeza, decepción y desilusión que nos invade cuando no conseguimos algo por lo que hemos trabajado. Y si nos dicen -” ¡Pero si te has esforzado muchísimo, siéntete orgulloso!”- en nuestra cabeza suele resonar “Pues peor me lo pones, con todo lo que he trabajado y no ha servido para nada”.  

Deporte por pasión o por obligación

En la misma línea, y sin necesidad de hablar de deporte de competición hemos llegado a Marzo y me acuerdo de amigos y conocidos que por enésima vez se han propuesto a principios de año hacer más deporte (o un poco al menos) y que sienten que han fracasado una vez más en su empeño –“Es que tengo que hacer ejercicio, de verdad, pero no soy nada constante, al final siempre pasa algo y no lo consigo”-.

¿Veis algo en común? Da la impresión de que los primeros están obligados a ganar y los segundos “a hacer lo que hay que hacer”. En ninguno de los dos casos se percibe el deporte como algo gratificante, ¿No? Efectivamente, aunque quieran disfrutar no pueden, porque viven la actividad física o el deporte desde la exigencia, y se rigen por la consecución de determinados resultados en términos dicotómicos, “o soy bueno o soy malo”, “se gana o se pierde”, o “quedo campeón o no”, “o consigo mi propósito a partir de enero o no lo consigo… “.

Motivación en el deporte

Todos sabemos que cuando hacemos algo por obligación nuestra motivación decae. Cuando aspiramos a lograr algo a la PERFECCIÓN, siendo este objetivo en sí mismo imposible y vivimos ese no llegar al objetivo como un ERROR o FRACASO, sentimos FRUSTRACIÓN porque “tenemos” la OBLIGACIÓN de hacerlo bien, generando con ello una sensación de PRESIÓN autoimpuesta, que en definitiva nos encamina a experimentar emociones desagradables como culpabilidad, decepción o cabreo.

¿Pero qué nos pasa por la cabeza cuando hacemos deporte y además disfrutamos haciéndolo? Entonces, sea cual sea nuestro objetivo, la actividad física es en sí una actividad placentera e intrínsecamente motivadora.

Aquí van algunos ejemplos.  Hay quien lo ve como una oportunidad para socializar, facilitando el contacto con otras personas que comparten aficiones en el gimnasio, las clases colectivas de spinning o zumba o el equipo de pachangas del barrio. También están aquellos que hacen deporte por salud, o personas que aprovechan para desarrollar nuevas habilidades como ponerse a prueba y afrontar nuevos retos.

La importancia del uso de autodiáligos en el deporte

Por supuesto, en este grupo también hay deportistas de competición. Atletas comprometidos e involucrados, con ganas de mejorar cada día y que además encuentran placer en el hecho de hacer deporte, viviendo los errores como una oportunidad de aprendizaje que les permite comprobar en qué punto están respecto a donde les gustaría estar. Curiosamente son estos deportistas los que consiguen aspirar a las primeras posiciones; podemos llamar a esto, un modelo de excelencia deportiva.

Su forma de comunicarse es diferente–“Voy a intentar dar lo máximo”, “en el partido de hoy quiero poner en práctica lo que he aprendido” o “Me gustaría hacer un gran esfuerzo”, “Ayer no me dio tiempo para salir a correr, pero voy a intentar organizarme mejor a ver si me da tiempo”.

Cuando lo que nos mueve es la LUSIÓN por seguir avanzando hacia algo y no la presión, los resultados como tal pierden relevancia, ya que prima el pensamiento positivo de que siempre es posible MEJORAR, y los ERRORES son oportunidades para continuar APRENDIENDO y emplear éstos en beneficio propio, actuando como elementos MOTIVANTES.

Excelencia o exigencia en el deporte

Por lo tanto, si queremos disfrutar haciendo deporte, independientemente del motivo que nos lleve a ello, identifiquemos primero si nos estamos moviendo en el terreno de la exigencia o en el de la excelencia. Pregúntate si te resulta práctico, si te permite avanzar y en definitiva si te acerca a tus objetivos deportivos.

Mi consejo, es que te preguntes ¿Qué es importante para mí?, ¿Qué me gustaría hacer?, ¿Cómo podría conseguirlo? Aceptando con naturalidad que para conseguir el éxito hay que asumir riesgos y enfrentarse a alguna derrota, identificando las actividades y sentimientos que con más probabilidad contribuyan en la consecución de tus metas.

Por Violeta González

@violeta_psicofit

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