Acaba el verano y vuelve la rutina, la vuelta al cole, recuperar hábitos ya olvidados durante los meses de desconexión y, como no, la vuelta al campo de futbol una temporada más. La automotivación es clave en este inicio de curso.
Volver a retomar una serie de hábitos y pautas no siempre nos lo tomamos con la ilusión que convendría y, en las edades más tempranas, esto se puede traducir en una actitud de resignación ante estas actividades reflejando, ni más ni menos, una falta de automotivación. Esta desmotivación al arrancar una temporada más puede tener como posible explicación la ausencia de objetivos y metas personales, lo que lleva a nuestros jóvenes jugadores a tomar una actitud de expectativa hacia lo que pueda deparar y ofrecer esta nueva temporada.
Claves para generar automotivación
Tener una serie de objetivos y metas propias constituye una necesidad para poder manifestar un alto rendimiento en las tareas que llevamos a cabo, independientemente del contexto en el que nos desarrollemos.
Por ejemplo, en el ámbito escolar, desde el hogar se invita y alude a la importancia de tener objetivos y metas a cumplir por parte de los hijos durante el curso académico, buscando que tengan una actitud motivada y un buen rendimiento ante los retos del curso. No obstante, esta atención que se da a la importancia de tener metas personales que se da en este contexto es igual de importante en el resto de ámbitos y situaciones de la vida de nuestros hijos.
Esto se traduce en la importancia de conseguir que los hijos sean personas automotivadas en todos los ámbitos de su vida y no autómatas que responden a las peticiones de terceras personas, aunque éstas sean los padres, logrando progresivamente que éstos hagan las actividades desde su propia motivación, porque les nace en base a las metas que buscan por sí mismos.
De este modo, se puede concluir que el fomento de la automotivación y desarrollo de metas por parte de nuestros jóvenes puede suponer un paso importante en su crecimiento, aprendizaje y desarrollo personal, ya que su rendimiento va a pasar a ser progresivamente algo que va a depender cada vez más de ellos mismos y no completamente del desempeño de figuras que constituyan parte de su entorno; tales como padres, profesores y tutores; ya que sus metas van a dirigir su desempeño, de la mano del esfuerzo de las figuras que les rodeen, a dar su mejor esfuerzo en su rendimiento.
Por tanto, el no presentar metas nos llevaría, como hemos planteado al inicio, a una posición de expectativa y conformismo con los estímulos y enseñanzas que se nos dan sin tener que esforzarnos por nuestros propios objetivos; y si no nos esforzamos al máximo de nuestra capacidad por nuestros sueños y metas, ¿cómo sabremos donde está nuestro límite?.
Por David Vigara.