Parece que todos tenemos muy claro que la música afecta de algún modo a nuestro estado anímico. A veces estamos tristes y lo único que queremos es escuchar canciones que acompañen ese estado de ánimo, otras en cambio, buscamos que la música rompa esa sensación y nos aporte otra nueva, esta vez más positiva.
La música tiene numerosos efectos sobre nosotros. Por un lado, nos permite empatizar, ponernos en el lugar del otro y compartir sentimientos similares. Es decir, nos ayuda a conectar con la otra persona.
Por este motivo, la música se está utilizando en terapias con personas que de algún modo tienen complicaciones para comunicarse con otras. Entre las más conocidas, están las terapias que utilizan la música para ayudar a niños con autismo o a personas mayores con demencias como el Alzheimer.
La música permite que la persona conecte con la emoción del otro, favorece la cooperación y genera un ambiente en el que prima el ayudar al otro. De hecho, en algunas sociedades la música ha sido utilizada como mediador para la resolución de conflictos entre varias personas.
Por otra parte, la música ayuda a regular nuestras emociones. Cuando escuchamos una melodía se activa el núcleo relacionado con las emociones. De esta manera, pueden generarse emociones que ayuden a regular las emociones que sentíamos previamente. Es lo que sucede en el ejemplo que comentábamos antes: cuando estamos tristes, escuchar una canción alegre puede hacer que nuestro estado anímico se modifique, se regule.
Es por eso que es tan importante escuchar música que despierte en nosotros emociones, sean del tipo que sean, es una forma de conectar con nosotros mismos, con nuestro estado de ánimo y, de alguna forma, aprender a regularlo.
¿Cómo beneficiarnos de la música?
El impacto de la música en nuestra vida no tiene por qué ser sólo a nivel anímico, las actividades relacionadas con la música pueden aportarnos otras muchas ventajas, a continuación mencionamos algunas.
Ir a conciertos
¿Qué ocurre cuando vamos a un concierto? Hace poco se publicó un artículo que afirmaba que las personas que asisten a conciertos viven más tiempo, ¿por qué?
Este estudio de Patrick Fagan, profesor asociado a la universidad Goldsmith en Londres, encontró que asistir a 20 minutos de música en directo puede ser suficiente para aumentar la sensación de bienestar. Y claro, aumentando nuestra sensación de bienestar, aumenta nuestra esperanza de vida.
Hay otras actividades que aumentan nuestra sensación de bienestar, como hacer deporte o salir a pasear, pero quizá escuchar música sea una de las más divertidas.
Además de todo esto, asistir a conciertos ofrece la oportunidad de crear y fortalecer nuestros apoyos sociales. Si vas con tus amigos o familiares lo más probable es que compartir esos momentos de felicidad y las sensaciones asociadas a determinadas canciones os una y os haga ser más agradables los unos con los otros.
Y si no te pierdes un concierto por nada y a veces te animas a ir sin compañía, no te preocupes, también se te abre un abanico de posibilidades a nivel social. Compartir gustos musicales puede ser una gran forma de crear nuevas amistades y pasar un rato divertido.
¿Que además eres de los que saltan y bailan? Pues además estás haciendo ejercicio físico. Parece que sea como sea, asistir a conciertos es una buena alternativa si lo que quieres es trabajar en tu bienestar.
Tocar un instrumento
Otra forma de utilizar la música en nuestro beneficio es aprendiendo a tocar algún instrumento. No importa que quieras aprender a tocar la flauta, el piano o el banjo, lo importante es que lo intentes.
Aprender a tocar un instrumento puede ser una gran manera de trabajar en tu constancia y perseverancia. La paciencia también se entrena y, aunque nadie dijo que fuera fácil, puede ser un reto muy gratificante.
Cuando aprendemos a tocar un instrumento, los dos hemisferios de nuestro cerebro se ponen a trabajar, tal es la actividad que genera, que hay zonas de nuestro cerebro que aumentan su masa, como puede ser la del cuerpo calloso. Esta parte es la encargada de comunicar hemisferio izquierdo y derecho. De esta manera, la información entre ambos hemisferios se comunica de forma más rápida, lo cuál puede ayudar a otras actividades que no están relacionadas con la música.
En definitiva, aprender a tocar un instrumento puede resultarte muy beneficioso de diferentes maneras.
Musicoterapia
Como ya hemos comentado anteriormente, el trabajo terapéutico con la música está en auge. Ya hemos mencionado el potente efecto de la música sobre el sistema emocional. Este efecto es el que ha conseguido introducir este elemento en numerosos campos terapéuticos.
Cuando personas con dificultades para comunicarse escuchan música pueden sonreír, gritar o llorar, todo esto son expresiones que permiten a la persona que está a su lado comprender sus emociones, acercarla a su realidad y de alguna manera, ayudar a que se sientan comprendidos.
En el caso de los enfermos de demencias, como el Alzheimer, la música les permite conectar con recuerdos de su pasado, potencia la memoria. Escuchar canciones que han formado parte de su biografía, con las que bailaron con sus parejas, las canciones que les cantaban a sus hijos o simplemente esa canción que les hacía gritar y sentirse bien cuando tenían un momento complicado. Todas esas situaciones quizá se han ido quedando escondidas en rincones de su memoria a los que no tienen acceso y que, mediante la música, consiguen recuperar.
Así que no lo dudes: ve a conciertos, aprende a tocar ese instrumento que siempre te ha llamado la atención y canta, probablemente vivirás más y sobre todo, mejor.