La emoción es una respuesta a eventos internos y externos que tienen un significado para el individuo. Se trata de una respuesta breve, intensa, con un inicio y final claro. Implica mecanismos conductuales (ej.: realizar X conducta), fisiológicos (ej.: respuesta física como una aceleración del ritmo cardiaco) y cognitivos (ej.: algún tipo de pensamiento). El sentimiento sería la evaluación subjetiva de la emoción, es decir, como juzgo el conjunto de reacciones que tengo ante un evento interno o externo. El estado de ánimo es lo mismo que la emoción, pero es prolongado en el tiempo, de intensidad baja y no se conoce su inicio y final. Además, en la emoción se conoce la causa y en el estado de ánimo se desconoce que es lo que lo provoca. Pero, ¿qué es la regulación emocional?
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¿Qué es la regulación emocional?
La regulación emocional sería el conjunto de procesos que participan en atender, evaluar y cambiar nuestras emociones y estados de ánimo. Es importante la regulación emocional porque nos permite influir en las emociones que sentimos y modificarlos para cumplir nuestras metas evitando situaciones de ira, provocación o miedo. Hay algunos pasos que nos pueden ayudar en la regulación emocional.
- Ser consciente de las propias emociones y definirlas: poner nombre a la emoción.
- Permitir a mi cuerpo sentir la emoción: evitar censurar emociones.
- Ser consciente de la emoción: cómo me afecta física (sensaciones), mental (pensamientos) y conductualmente.
- Analizar de dónde vienen las emociones y que función desempeñan.
- Investigar las situaciones que producen o desencadenan las emociones.
- Identificar mantenedores de las emociones: a parte de saber qué las causa, saber qué es lo que las mantiene.
- Modificar aquellas emociones que vea negativas en su intensidad o duración.
- Aceptar y tolerar las emociones negativas que no puedo cambiar.
- Crear una lista de actividades que me ayuden a controlar y regular las emociones: pintar, escuchar música, hacer deporte, leer, escribir etc.
- Darse apoyo a uno mismo en situaciones difíciles o en las que es fácil perder el control:
- Autocompasión: empatía hacia uno mismo. Ayuda a generar distancia útil entre el yo que se observa y el que sufre. Disminuye la autocrítica, culpa, vergüenza, etc.
- Autoestímulo: clamarse y animarse a uno mismo, recordando que se han superado emociones difíciles en el pasado.
- Autoinstrucción: donde el “yo observador” guía con autoinstrucciones al “yo” que sufre.
Aparte de conocer los pasos mencionados es útil tener alguna estrategia que prevenga o nos ponga en alerta de una posible pérdida de control. Para ello podemos usar un semáforo o un termómetro de las emociones. Consistiría en marcar cómo nos encontramos para ser conscientes de cómo van cambiando nuestras emociones y poder poner en practica los pasos mencionados. De esta forma evitaremos intervenir cundo ya sea demasiado tarde.
Por Amha Cerezo Cerrillo