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El sueño: imprescindible para un buen rendimiento académico

La cantidad de tiempo que empleamos en el sueño nos ha llevado a preguntarnos: ¿qué lo hace tan importante? ¿Por qué le dedicamos tanto tiempo?

En relación a estas cuestiones se han desarrollado diversas teorías y explicaciones. Por ejemplo, las teorías de recuperación sitúan el eje central del tema en la homeóstasis. El organismo está constantemente en un proceso de autorregulación, que se ve perturbado cuando estamos despiertos. Por lo tanto, es durante el sueño cuando el cuerpo restaura ese equilibrio fisiológico interno (esta regulación comprende diversos apartados como pueden ser la regulación de la actividad eléctrica cortical, térmica corporal, metabólica y endocrina, …). Por otro lado, las teorías circadianas no reconocen que el sueño es una reacción a un desequilibrio que tiene lugar durante el día, sino que defienden una postura más evolutiva en la que el ser humano se adaptó a dormir de noche porque lo protege de accidentes y depredadores. Nuestros ciclos circadianos atienden a diferentes claves del ambiente para conseguir adaptarse al programa de 24 horas diario. De este modo, el aspecto más importante es el ciclo luz/oscuridad, gracias al cual logran sincronizarse con el día y la noche.

Relación entre el sueño y el rendimiento

Sin embargo, el sueño no se puede reducir a una única función y un solo motivo. Durante él, efectivamente se lleva a cabo un proceso de recuperación y reparación en cuanto a energías para afrontar en condiciones óptimas el día siguiente, y para ello seguimos ciclos circadianos, pero estas funciones se suman a otras muchas. En este sentido, la más relevante en relación al rendimiento académico es que durante el sueño se lleva a cabo la consolidación de la memoria, de modo que la recuperación de nuestros recuerdos es más efectiva tras un periodo de sueño. Esto se relaciona con la liberación de diferentes hormonas como la del crecimiento por parte de la hipófisis, que favorecen ese tipo de procesos.

Pese a la contrastada validez de este hecho, no son pocos los estudiantes que deciden emplear hasta la última noche antes del examen para estudiar, en detrimento de la calidad del sueño y del descanso del alumno, sin ser conscientes de lo contraproducente de esta estrategia. El rendimiento óptimo, académico en este caso, se logrará siempre en un equilibrio entre estudio y descanso.

Etapas del sueño

Para entender cómo se produce este fenómeno, es necesario conocer la estructura básica del sueño, el cual se divide en varias etapas. Tras la vigilia, etapa en la que somos plenamente conscientes, pasamos al sueño no REM (NREM). Esta etapa se subdivide a su vez en 4 fases, las cuales van adentrando progresivamente a la persona en el sueño profundo mediante la predominancia del sistema parasimpático, que atenúa la frecuencia cardiaca, respiratoria, la tensión arterial y la temperatura. Finalmente, pasamos a la fase REM, donde la actividad cerebral en diversas estructuras cerebrales aumenta de tal forma que puede llegar a niveles típicos del periodo de vigilia.

Este proceso de consolidación de la memoria parece depender de la fase 2 del sueño NREM y del sueño REM, que conjuntamente ocupan en torno a un 70% del sueño total. Es durante estos periodos cuando se establecen conexiones entre los lóbulos temporales mediales y las áreas neocorticales del cerebro.

La evidencia científica indica que el sueño no solo es fundamental para la consolidación de la memoria humana, sino que se cree que el sueño antes del aprendizaje es igualmente esencial para la formación de nuevos recuerdos. Así, una noche de privación del sueño produce un déficit significativo en la actividad del hipocampo durante la codificación de la memoria episódica, provocando un empeoramiento de la retención posterior. Esto nos demuestra que la importancia del sueño no se limita únicamente a la noche previa antes del examen, sino a todas aquellas durante el periodo de estudio, ya que, sin un buen descanso, el rendimiento del día siguiente se reducirá drásticamente.

En conclusión, si bien son imprescindibles las horas de estudio y una buena organización del mismo, en un nivel parecido deberíamos situar el descanso y el sueño del estudiante, pues de este dependerá en gran medida el rendimiento que se obtenga posteriormente. Para ello, debemos planificar el estudio con tiempo suficiente para que no sea necesario restar horas de sueño.

Por Alejandro Serrano Fernández

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