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Pesadiellu: cuentos que explican la ansiedad

Hubo una vez un tiempo, en el que se contaban historias sobre un monstruo sin forma que atacaba a los caminantes durante la noche. Se aparecía ante ellos y les generaba una ansiedad insoportable, como si tuvieran que soportar un peso inmenso, hasta el punto de que podía llegar a hacerlos desfallecer. Siempre lograba impedir que sus víctimas siguieran avanzando como habían hecho hasta ese momento. Hay quien dice que se presentó ante ellos como un enorme perro negro; otros, que era un macho cabrío también oscuro, o incluso una mano enorme y velluda que los oprimía el pecho. En este último caso, en general, esta Manona aparecía en el interior de la casa y no fuera, posándose sobre la persona que intentaba dormir, asfixiándola al bloquearle los pulmones con su peso.

Pesadiellu, la criatura mitológica de la ansiedad

En Asturias, este monstruo recibía el nombre de Pesadiellu. Aunque hoy, normalmente, utilizaríamos el término de “ansiedad” para dirigirnos a él.

Hay ciertos trastornos psicológicos que parecen haber acompañado siempre al ser humano. No en vano, muchas veces aparecen porque un sistema de defensa adaptativo, con el que todos contamos, se ha desajustado y ha dejado de funcionar, provocándole malestar a la persona que lo sufre. Actualmente la Psicología ha estudiado mucho al respecto, desde cómo se provocan los trastornos hasta cómo salir de ellos, pero antes no era tan fácil explicar qué era lo que le ocurría a una persona que padecía un trastorno de ansiedad o incluso depresión. Es por esto que surgieron diferentes seres en las mitologías, que explicaban de forma mágica qué era lo que estaba ocurriendo. Por ejemplo, en mitologías anglosajonas se habla también de un perro negro, augurio de muerte, que provoca angustia en aquellos que le encuentran y que incluso aparece en la saga de Harry Potter con el nombre de Grim.

Cuando alguien “tenía el Pesadiellu”, alegaba que le costaba respirar, como si efectivamente la Manona se hubiera posado en su pecho hasta provocarle dolor. Tampoco podía dormir bien, ya que atacaba con más fuerza por las noches, cuando ya estaba en la cama. El Pesadiellu podía provocarle mareos, taquicardias y, sobre todo, miedo. Miedo a encontrarle otra vez en la calle, a que volviera a empezar todo de nuevo. La persona comienza a preocuparse constantemente, por todo, porque el monstruo pudiera volver a atacarle en cualquier momento. Y, en algunos casos, también podía provocarle una profunda tristeza y una baja autoestima, dejándole sin ganas de continuar con sus rutinas.

Síntomas de Pesadiellu: ansiedad y depresión

Los síntomas del Pesadiellu, en definitiva, son los que hoy día provoca la ansiedad y, en algunos casos, también la depresión. Pero la mitología no sólo explicaba qué era lo que el monstruo hacía en sus víctimas, sino también cómo deshacerse de él: la única forma de vencerlo era acudir a los rezos o a algún símbolo religioso. La Psicología también ha conseguido llegar más allá aquí, y ha descubierto otros métodos que resultan mucho más eficaces que las plegarias.

La exposición, es una de las técnicas más efectivas a la hora de enfrentarse al Pesadiellu. Cuando una persona quiere acabar con él, deberá saber que su poder no durará eternamente. Y que, resistiendo a su opresión, sin escapar de ella, sin huir de la situación que lo provoca, llegará un momento en el que el Pesadiellu desaparezca sin más. Otra forma eficaz de deshacerse de él es con la modificación de pensamientos. Aquí, lo que se busca es que la persona ajuste sus creencias y diálogos internos con la realidad, hasta que se dé cuenta de que el Pesadiellu, y todas las preocupaciones que lleva consigo, no son más que temores infundados. Al final, se trata de que la persona consiga creer que el Pesadiellu no existe y que, por ende, no puede hacerle daño.

 La ansiedad se supera de la misma forma, y esto es lo que se suele hacer en una consulta psicológica ante un problema así. La ventaja que tiene referirse a ella como “Pesadiellu” es que, al final, se vuelve algo tangible, se convierte en un monstruo que es más fácil de reconocer. Y si algo nos han enseñado los cuentos es, precisamente, que los monstruos están ahí para ser vencidos.

Por Sandra Bastián Serrano

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