El Trastorno por Déficit de Atención y e Hiperactividad (TDAH) es un trastorno de carácter neurobiológico originado en la infancia que implica un patrón de hiperactividad, déficit de atención y/o impulsividad. En muchas ocasiones está asociado a otros trastornos comórbidos, como trastornos de ansiedad, del estado de ánimo o dificultades de aprendizaje, entre otros. Algunos de los signos más frecuentes suelen ser: olvidos y pérdidas de objetos, dificultad para esperar los turnos, impulsividad, problemas de relación, falta de concentración o fantasía exagerada.
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Algunos datos sobre el TDAH
La forma habitual de tratar este trastorno es mediante medicación, aunque cada vez son más aquellos padres y profesionales que utilizan un acercamiento cognitivo-conductual al problema o combinado con medicación, debido a que aunque las efectos de esta a corto plazo son evidentes, no se saben cuáles son sus consecuencias a medio y largo plazo.
Es el trastorno neurobiológico más común en niños. Se estima que lo padece el 5% de la población infantil. El TDAH es crónico y se suele manifestar antes de los 7 años. A lo largo de los años la sintomatología puede disminuir o cambiar, presentándose en el 30-65% de los casos en la edad adulta. En cuanto a la adolescencia, se producen cambios importantes, la hiperactividad suele disminuir bastante, frecuentemente es descrita como una sensación de inquietud, pero menor que en la infancia. Aún así alrededor del 80% de los jóvenes sigue teniendo problemas de atención e impulsividad.
Es frecuente que estos niños suelan tener problemas de aprendizaje asociados al trastorno como dislexia o discalculia, suelen ser castigados con más frecuencia y tienden a tener problemas en las relaciones sociales por las propias características de su trastorno.
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Beneficios del deporte en niños con TDAH
El deporte suele ser la principal actividad extraescolar que sirve como herramienta de socialización para los niños, tiene muchas ventajas, entre ellas la mejora de las habilidades sociales, la coordinación motora, reduce el estrés e incrementa el autocontrol. Todos estos beneficios que proporciona el deporte son también útiles para los niños con TDAH, especialmente el autocontrol, ya que la impulsividad suele ser una de las características más problemáticas del trastorno. Gracias a la práctica deportiva, se puede mejorar esta función cognitiva, aprenden a regular sus emociones y a canalizar la energía y el estrés a través del deporte. Sin embargo, a pesar de que el deporte en general parece beneficioso, se ha observado como los deportes de equipo son tan desafiantes para estos niños por las propias exigencias de estos deportes, que las numerosas ventajas pueden llegar a desaparecer.
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Deportes de equipo
En los deportes de equipo es necesario: asumir las órdenes del entrenador/es, comprometerse, esperar turnos, saber dónde colocarse en determinados momentos, no distraerse con el entorno, centrase en el juego… Algo que puede resultar difícil para los niños en general, y más con niños con TDAH en particular. Por ejemplo en deportes como el fútbol o el baloncesto se necesita un sentido táctico, de orden y estructuración, que suele resultar ausente en niños con TDAH. Estos niños suelen simplemente jugar, buscan y lanzan la pelota sin pensar demasiado en la estrategia. También les cuesta mucho perder, que si bien esta es una característica presente en muchos niños con y sin el trastorno, en estos niños resulta más evidente ya que pueden generar ataques de ira y otros comportamientos inadecuados o agresivos. Esto no significa que no se puedan beneficiar de estos deportes, tan solo que sus ventajas se ven considerablemente reducidas en este tipo de niños.
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Deportes individuales
Los deportes que parecen resultar más beneficiosos para ellos suelen ser deportes individuales como la natación, atletismo, artes marciales, tenis o natación. Son deportes que les permiten autocontrol, esperar los turnos, mejorar la concentración y la relación con los compañeros. Trabajar de forma individual les ayuda a mejorar su rendimiento y de esta forma su auto-eficacia y autoestima, que a menudo en estos niños se ven reducidas por los problemas asociados a su rendimiento escolar y las relaciones sociales, ya que aunque suelan entrenar individualmente lo hacen en compañía de otros niños. Este tipo de deportes les ayuda a gestionar su energía y el estrés mientras aprenden y asumen las normas poco a poco.
Se ha comprobado que las artes marciales suelen tener muchas ventajas para ellos, debido a que son deportes en los que para aprender los movimientos es necesario el modelado del entrenador, tiene instrucciones precisas y claras de cómo realizar los movimientos y para ejecutarlos de forma correcta se necesita atención y no distraerse, lo que les ayuda mejorar su atención hacia la tarea presente y focalizar su atención durante más tiempo.
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Los adultos con TDAH también se benefician del deporte, pues les ayuda a mejorar las relaciones sociales, la coordinación motora, crear rutinas para automatizar ciertos comportamientos, aprender a concentrarse y memorizar reglas.
TDAH y Sociedad
A pesar de que hay evidencias de que este trastorno existe y genera muchos problemas tanto al niño afectado como a su entorno, son muchos los que dudan de su existencia, y si no de esta de su frecuencia en la población. Los defensores de que el TDAH no es un trastorno como tal y si lo es, no es tan común, muestran como evidencia los intereses de las empresas farmacéuticas y que es más fácil colocar una etiqueta a un niño diferente que entender su comportamiento en la actual sociedad en la que estamos rodeados de estímulos constantemente y todos requieren de nuestra atención.
En la actualidad, diversos estudios sugieren que los niños dedican más de 6 horas al día realizando actividades sedentarias como ver la televisión, jugar a videojuegos o utilizar el móvil. A todas estas horas hay que añadir las horas de clase, en las que los niños pasan de media otras 6-7 horas en las que no realizan actividades físicas, a parte de las clases de educación física. Por lo que no resulta extraño pensar que si a los adultos nos resulta complicado estar completamente centrados en una actividad durante mucho tiempo, ¿cómo lo va a hacer un niño, si además es más inquieto de lo “normal”?.
Por Dessyrée González Barrio