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La mentalidad del todavía: el sorprendente caso de Dani Molina

Pese a que pueda sonar a tópico, parece ser cierto aquello de que “en el mundo existen dos tipos de personas”. En cuanto a inteligencia se refiere, la psicóloga e investigadora Carol Dweck, catedrática en la Universidad de Stanford, afirma que se pueden distinguir dos tipos de personas. Por un lado se encuentran aquellas con una «mentalidad fija», que se caracterizan por afirmar que la inteligencia no cambia a lo largo de la vida. Para estas personas, el hecho de cometer un error se concibe como un reflejo de lo inteligentes (o en este caso, poco inteligentes) que son y reaccionan a ellos tratando de evitarlos en la medida de lo posible. De esta forma, se niegan a tomar partido en proyectos o tareas en los que teman que puedan fallar con el único fin de sentirse válidos ante sus ojos pero, sobre todo, ante los ojos de los demás.

Adaptación de la mentalidad al mundo del deporte

Por el otro lado, se encuentran las personas que poseen una «mentalidad del todavía» (también llamada del crecimiento). Estos, por su parte, creen que la inteligencia se presenta de forma ilimitada y que su desarrollo depende del esfuerzo que pongan en ello. Al contrario que los otros, aquellos con una mentalidad de crecimiento conciben los errores como experiencias de aprendizaje y desarrollo personal y no como situaciones a evitar. En su charla TED El poder de creer que se puede mejorar aporta datos sobre investigaciones que demuestran que todas las personas poseemos la capacidad de cambiar la mentalidad, tan solo hace falta trabajar e incidir sobre ello.

Estas dos mentalidades no solo se circunscriben al ámbito de la inteligencia o de la capacidad intelectual sino que se pueden trasladar a otras áreas tales como el deporte, especialmente en relación a la motivación de los deportistas. Es lo que se conoce como los modelos de exigencia y excelencia. Un/a deportista con un modelo de afrontamiento exigente busca la perfección y ante un error puede reaccionar con frustración, ya que no ha sido capaz de conseguir los resultados que se había propuesto. La consecuencia inmediata suele ser un aumento de la presión que ejerce sobre sí mismo/a, lo cual se puede relacionar con un descenso de su propia auto-confianza. Por su parte, un/a deportista que presente un modelo de afrontamiento basado en la búsqueda de la excelencia, concibe los errores como sucesos posibles, que pueden tener lugar, y como indicios de que todavía se puede aprender y mejorar. El resultado no es, por tanto, un aumento de la presión sino de la motivación por tratar de adquirir competencias que le hagan ser todavía mejor de lo que ya es.

Antes de tratar de desarrollar mentalidades del «todavía», es importante que las personas (o en este caso los deportistas) sean conscientes de lo que ello conlleva y lo introduzcan en su sistema de valores, ya que solo así se podrá empezar a trabajar.

Claves para generar una mentalidad ganadora

Pero, ¿cómo podemos generar este tipo de mentalidad en nuestros deportistas? Para empezar, cabe tener en cuenta que el elogio y la aprobación pueden tener un impacto no deseado y favorecer una mentalidad fija si se producen de manera constante. Por el contrario, si nos centramos en elogiar el proceso-rendimiento más que el producto-resultado, los deportistas se enfrentarán mejor a los desafíos y tratarán de conseguir lo propuesto inicialmente en lugar de darse por vencidos cuando las cosas se complican.

En ocasiones, la persona, el/la deportista, puede ser capaz de desarrollar “todavías” como resultado del aprendizaje de determinadas habilidades o de forma innata. Existen muchos ejemplos de deportistas que se caracterizan por manifestar una mentalidad del todavía (Rafael Nadal, Lydia Valentín, Carolina Marín…). Sin embargo, en otras ocasiones, la propia situación del deportista obliga a ese desarrollo. El caso más representativo es el de los deportistas paralímpicos. Algunos nombres conocidos son los de Teresa Perales, David Casinos, Sarai Gascón… pero a mí me gustaría destacar el caso de Dani Molina. Molina es un paratriatleta y entre sus títulos se encuentran nada más y nada menos que dos campeonatos mundiales y dos europeos consecutivos (2017 y 2018). Tras toda una infancia nadando (y ganando), a los 13 años pasó a competir (y a seguir ganando) en otros deportes como tenis, atletismo, windsurf… hasta que a los 22 años sufrió un accidente de moto que casi le cuesta la vida (perdió la pierna derecha por debajo de la rodilla). Tras 14 operaciones y más de un año de recuperación, pudo volver a andar. La vida le daba una segunda oportunidad y volvió a la natación. Al principio fue duro pero su mentalidad de crecimiento le permitió volver a competir en campeonatos de España y Europa. Tanto es así que en 2004 pudo participar en los Juegos Paralímpicos de Atenas. Tras unos años de parón, se fabricó una prótesis para salir en bicicleta y poco después otra para correr. Como nadaba, salía en bicicleta y corría se propuso acabar un triatlón y, solo un año y medio después consiguió ser campeón del mundo de acuatlón. Le bastaron 5 años para ser campeón del mundo dos veces consecutivas y, personalmente, no creo que se trate de una casualidad.

Este es solo uno de los muchos ejemplos de situaciones a las que se puede llegar desarrollando una mentalidad de crecimiento. Por tanto, ¿piensas que todavía puedes mejorar? No te cortes, hazlo.

Por Félix Marquiegui Carrasco.

@_fmcar_.

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