Desde los más pequeños al primer equipo, la relación que se establece entre el entrenador y los jugadores de un equipo, suele ser de tipo asimétrico. Se fundamenta en una diferencia formal de rol (similar a la de jefe-empleado o maestro-alumno), que delimita también la relativa al estatus.
Por definición, el técnico tiene el deber de conducir, enseñar, decidir, seleccionar, y esto, por consiguiente, lleva implícita la gestión de algunos »poderes de influencia» que resultan determinantes para la gestión de los procesos de formación técnica y conductual del atleta, además del desarrollo del equipo a nivel colectivo. De manera complementaria, a los jugadores se les pide la predisposición parahacerse guiar, aprender, compartir los métodos y las decisiones, para favorecer la cohesión, la cooperación y para conseguir los objetivos prefijados del equipo.
El entrenador debe prevenir o paliar (sobre todo prevenir) la posible insatisfacción individual de cada jugador, buscando, proponiendo y negociando objetivos de naturaleza individual, que resulten atractivos y que en la medida de lo posible, estén vinculados a los objetivos colectivos.
En una conferencia que ofreció José María Buceta, dejó frases tan relevantes como » lo primero es ganarse la credibilidad del jugador», o «no prometas nada que no puedas cumplir», y reflexionó sobre la importancia del control emocional a la hora de dirigir. Tan importante es la responsabilidad de ganarse la confianza de los jugadores, como la entender los cometidos y objetivos que se les requieren por parte del entrenador.
Esto quiere decir que, además del componente meramente deportivo, se debe poner especial atención a la creación de una relación positiva de aceptación mutua, para que el tándem entrenador-jugador pueda consolidarse y prolongarse de manera satisfactoria a lo largo del tiempo que dure la mencionada relación. Los deportistas se encuentran constantemente expuestos a la evaluación de su entorno, recibiendo el pertinente feedback en base a sus resultados y logros competitivos; ya sea por parte de sus iguales (compañeros del mismo equipo), de sus entrenadores o padres y/o madres. En el deporte, además de la personalidad, es relevante conocer los factores sociales como el feedback que recibe el deportista del entrenador en un primer plano, y del resto de su entorno en un segundo, además de las diferentes características personales que posee cada uno de éstos, que intervienen en su gestión, ya que son las que nos pueden permitir el poder potenciar las diferentes vías de actuación para conseguirlo.
Pongamos como ejemplo una empresa, es fundamental entonces que jefe y empleado identifiquen el comportamiento del otro, para que así puedan intercambiar un mensaje que sea adecuadamente percibido por la otra parte, lo cual puede evitar que se produzcan malentendidos en el futuro. Una buena comunicación, con mensajes claros y bien entendidos, puede crear un ambiente adecuado que favorezca a la consecución de las metas propuestas.
Pero existe la posibilidad que no todo sea tan sencillo y prolifero, que los mensajes no calen, que no exista esa armonía en la relación o que después de un cierto tiempo, se deje de confiar en todo ello. En el mundo del deporte se puede llegar a este punto, por el mero hecho de no alcanzar los objetivos marcados o por una mala racha de partidos. Malos resultados al fin y al cabo. Es en ese punto donde sería conveniente redoblar esfuerzos, sobre todo por parte del entrenador que, como adulto que tiene la responsabilidad de gestionar a chavales menores de edad que, salvo algún caso particular, no saben regular sus estados psicofisiológicos tanto como, se le presupone, lo puede hacer una persona adulta. Evitar una actitud pasiva y mantener una comunicación fluida, han de ser siempre el primer puente a tender frente a cualquier situación de conflicto.
Claves para fortalecer la relación entrenador-deportista
Algunas claves para poder crear relaciones positivas de aceptación mutua y mantener una comunicación más positiva podrían ser:
- Utilizar la primera persona: yo me siento decepcionado mejor que tú me has decepcionado.
- Es mejor hacer preguntas que dar las cosas por hecho.
- Conviene hablar de las características o hechos de la situación y no tanto de las características de una persona (es mejor decir “has llegado 15 minutos tarde que eres un tardón”).
- Ser específicos y evitar las generalizaciones despectivas (por ejemplo, es preferible decir “tenemos que defender mejor” a, “no te implicas en el defensa”).
- Pedir disculpas en caso de mostrarse en desacuerdo, es más adecuado comentar que tenemos otro punto de vista que insistir en que tenemos la razón absoluta.
Resulta crucial que el entrenador, para poder gestionar mejor al deportista a través de una comunicación más efectiva, trabaje sobre su propio plano emocional, de cara a poder afrontar con mayores garantías las situaciones conflictivas que seguro se producirán a lo largo de una temporada, desde un punto de vista o una posición más serena y calmada.
Por Óscar Martínez Dávila.