Este mes de enero nos trajo un avance tecnológico sorprendente. Se trata de los “Xenobots”, unos milimétricos artefactos vivientes diseñados a partir de células cultivadas y diminutos electrodos, creados por investigadores de la Universidad de Vermont y la Universidad de Tufs. Este avance no es totalmente nuevo, ya que conceptualmente se sabía que un grupo de células podían obedecer a estímulos para los que habían sido creados. El hecho es que ahora se ha convertido en realidad, y este es el verdadero avance.
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Xenobots: los primeros robots vivos con células de ranas
El nombre “Xenobots” procede de la especie de rana utilizada para la investigación, la Xenopus Laevis, cuyas células cardiacas y de la piel han servido para darles vida. Según uno de los investigadores “no son ni un robot ni una especie animal conocida, sino un organismo vivo y programable”. El uso de las células de esta especie se debe a su gran recorrido en estudios biológicos, debido a su gran versatilidad.
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Entre las características de estos organismos, destacan su capacidad de regeneración y su degradación tras cumplir su cometido. Por un lado, a diferencia de los aparatos tecnológicos tradicionales, al cortarlos se recompusieron por sí mismos y volvieron a ponerse en movimiento. En segundo lugar, son biodegradables, ya que a los 7 días mueren y el cuerpo los desecharía de forma natural.
Algunas de las aplicaciones en las que piensan los autores es la recogida de micro plásticos, la detección de tumores, raspar las placas arteriales o el transporte de medicamentos dentro del cuerpo humano. Según Agustín Zapata, catedrático de biología celular de la Universidad Complutense de Madrid, degradar plásticos parece factible, pero para la detección de tumores hay técnicas ya conocidas y de menor coste. Por otro lado, su uso farmacológico se lleva utilizando desde hace años, ya que es similar a los liposomas, por lo que existirían también ya formas conocidas de realizarlo.
El uso de los Xenobots en terapia psicológica
Desde el punto de vista farmacológico, algo en lo que la psicología debe apoyarse a la hora de tratar determinados trastornos, estos organismos podrían ser de gran ayuda. Imagine poder introducir el medicamento en el sitio exacto de nuestro sistema nervioso sin ocasionar efectos secundarios y poder invertir todos los esfuerzos de la terapia psicológica en el bienestar de la persona sin tener que luchar contra estos.
Por otro lado, podrían llegar a ser utilizados para el tratamiento de adicciones, puesto que podríamos introducir la dosis justa necesaria para paliar los efectos del cese del consumo o la disminución del mismo, para posteriormente introducir cada vez dosis más pequeñas hasta su eliminación total. En este sentido, introduciríamos la sustancia en el sistema de recompensa, lo que ayudaría a que otras zonas del cuerpo no se vieran afectadas.
Como todo avance tiene dos caras de la moneda. Los autores también aseguran que el temor de las personas al rápido cambio tecnológico no es irracional, y que estos avances supondrán encontrarse con consecuencias indeseadas, las cuales ayudarán a hacerlas frente en el futuro.
Adaptación de la Psicología a la evolución tecnológica
Sin duda el cambio tecnológico tiene un ritmo que en muchas ocasiones nos supera y debemos ser responsables a la hora de utilizar estos avances para potenciar sus virtudes a nuestro favor y reducir las consecuencias no deseadas que puedan ocasionarnos. Un teléfono móvil es una gran herramienta para nuestro día a día, pero su uso inadecuado puede conducir a adicciones o a nomofobia (temor irracional a permanecer un intervalo de tiempo sin el teléfono móvil).
Por último, los retos a los que se enfrentan ahora los investigadores es conocer el mecanismo por el que las células cooperan o como saben lo que tienen que hacer, puesto que el mayor reto, el aumento de su complejidad, se abandona en muchas ocasiones por su gran coste o falta de conocimiento presente.
Por Jorge Saiz