Imaginemos a una persona que continuamente realiza visitas a su médico, requiere numerosas intervenciones con especialistas y hospitalizaciones pues presenta constantes dolores abdominales, en brazos y piernas, náuseas, vómitos, visión borrosa y debilidad muscular, entre otros, muestra una persistente preocupación por los síntomas y su vida gira alrededor de los mismos. A pesar de las intervenciones no se han encontrado causas físicas o enfermedad que expliquen el origen de sus síntomas. Esta persona cumple con algunos de los requisitos del trastorno de somatización.
Dentro de los trastornos de síntomas somáticos se encuentran el trastorno de somatización, el trastorno de ansiedad por enfermedad, el trastorno de conversión y el trastorno facticio. Sin embargo, nos centraremos únicamente en el trastorno de somatización, los síntomas, las causas y el tratamiento.
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¿Qué es el trastorno de síntomas somáticos (TSS)?
El trastorno de síntomas somáticos se puede definir por excesivas preocupaciones sobre síntomas físicos o de la salud (Kring & Johnson, 2019); los dolores se convierten en el centro de atención, incluso llegan a formar parte de la identidad del individuo. Las personas que lo padecen experimentan dolores musculares, abdominales, en las piernas o los brazos, estomacales o sexuales, no obstante, tras numerosas pruebas médicas no se han encontrado causas físicas que los justifiquen, tienen un origen psicológico (Oltmanns et al, 2014). Es decir, la persona tiene cierto malestar psíquico que el cuerpo expresa en forma de síntomas físicos, aunque, no es causado de forma intencionada, estas señales son interpretadas equivocadamente por el individuo creyendo que son indicadores de una enfermedad inminente (Belloch et al, 2020). Se suele iniciar antes de los 30 años y su curso fluctúa a lo largo del tiempo, aún así se trata de un trastorno crónico. Hay un porcentaje ligeramente mayor de mujeres que lo padecen, a pesar de ello, es un trastorno que también afecta a los hombres.
Pero, ¿cuál es la diferencia entre el trastorno de síntomas somáticos y la hipocondría? En el TSS el foco de atención se encuentra en la preocupación ante los síntomas, la molestia y la invalidez que generan y no tanto en las interpretaciones de los mismos; el objetivo final es la reducción o eliminación del dolor, en cambio, las personas que presentan hipocondría se centran en las explicaciones que se dan sobre los síntomas y no en su existencia, la meta es eliminar la existencia de una enfermedad (Belloch et al, 2020).
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¿Cuáles son sus causas?
Poco se conoce todavía de las causas que originan el trastorno de somatización, no obstante, sí se sabe que no es un trastorno hereditario. Kring & Johnson (2019) han intentado explicar los orígenes de la misma y proponen dos modelos. El primer modelo propone que todas las personas sufrimos síntomas somáticos la clave está en por qué ciertas personas son más conscientes y toleran menos esas sensaciones. Algunas zonas cerebrales son las encargadas de activarse ante síntomas corporales desagradables, una fuerte activación de las mismas se asocia a una mayor probabilidad a padecer síntomas somáticos. Es decir, hay personas que presentan una mayor activación de estas zonas cerebrales y estas a su vez se relacionan con la valoración de los síntomas físicos, lo que explica por qué algunos individuos son más vulnerables a percibir síntomas somáticos. Además, estas zonas aumentan su actividad ante situaciones de estrés, ansiedad o depresión lo que incrementa a su vez la aparición de síntomas somáticos. El segundo modelo que proponen se enfoca en cómo la interpretación catastrófica de las sensaciones corporales puede incrementar la aparición de síntomas somáticos. Es decir, ciertas personas tienden a preocuparse excesivamente por su salud o por síntomas físicos durante periodos en los que su estado de ánimo es bajo o negativo, una vez que se han enfocado en estos síntomas los interpretan de la peor forma posible lo que genera un aumento de la ansiedad que a su vez empeora las sensaciones corporales, se trata de un círculo que se retroalimenta.
Por otro lado, Caballo et al (2014) proponen que el trastorno de somatización está relacionado con la alexitimia que es “la dificultad para identificar y comunicar las emociones”, en otras palabras, estas personas analizan erróneamente sus emociones asociándolas o interpretándolas con síntomas físicos.
También se ha investigado si eventos traumáticos de la infancia influyen en la aparición de los síntomas. Éstos han encontrado que haber sido víctima de abuso físico y sexual en la infancia puede incrementar la probabilidad de desarrollarlo en la adolescencia (Caballo, et al, 2014).
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¿Existe tratamiento?
El tratamiento de los TSS puede abordarse desde dos perspectivas, en primer lugar desde un tratamiento farmacológico, necesario para reducir los dolores y los síntomas somáticos y en segundo lugar desde un tratamiento psicológico, necesario para reducir las interpretaciones erróneas de las sensaciones corporales.
Para paliar los dolores corporales, es decir, como tratamiento farmacológico, se administran antidepresivos, no obstante, los mismos pueden ser utilizados para reducir los niveles de ansiedad y depresión (Oltmanns et al, 2014).
Como tratamiento psicológico se utiliza la terapia cognitivo-conductual tanto individual como grupal la cual se enfoca en la relajación, solución de problemas, afrontamiento del estrés, educación sanitaria, entrenamiento en asertividad, alentar la expresión emocional (Oltmanns et al, 2014) y/o la terapia interpersonal (Caballo et al, 2014).
Los trastornos de síntomas somáticos, más concretamente el trastorno de somatización se caracteriza por la desmesurada preocupación y observación de los síntomas físicos que pueden estar asociados a enfermedades médicas o no estarlo, acarreando dolor emocional y físico de los individuos que la tienen. Se trata de un problema común pues representa uno de los temas más tratados en atención primaria.
Por Irene Velasco Pérez