La alimentación actualmente se basa en un caos de sobreinformación donde gobiernan multitud de dietas, opciones para llevarlas a cabo y datos contradictorios llegando a producir en la sociedad un laberinto de conflictos difíciles de entender para la población además de para profesionales. Por ello es de gran relevancia examinar la evidencia científica de manera sistemática con el fin de elaborar recomendaciones que sirvan de orientación tanto para los profesionales de la salud, como para entrenadores, dietistas, nutricionistas deportivos, atletas y público en general.
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Alimentación: ¿cómo influyen psicológicamente las dietas en el deporte?
Una definición general de «dieta» es la suma de energía y nutrientes que se obtienen de los alimentos y bebidas que consumen regularmente las personas. Si nos centramos en la alimentación deportiva, en la última década ha habido un aumento en el número de publicaciones de investigación, revisiones originales, entre otros, lo que hace de la nutrición deportiva un área dinámica de la ciencia y la práctica que continúa creciendo tanto en el alcance del apoyo que ofrece a los atletas como en la solidez de la evidencia que sustenta sus pautas. Sin embargo, uno de los factores a considerar en la relación entre deporte y alimentación son los trastornos de la conducta alimentaria como la anorexia, la bulimia nerviosa o los atracones, entre otros. El primero es un trastorno caracterizado por la pérdida de peso deliberada, inducida y sostenida por el paciente, mientras que el segundo es un síndrome caracterizado por episodios repetidos de sobrealimentación y preocupación excesiva por el control del peso corporal, lo que lleva al paciente a adoptar medidas extremas para en cuanto a mitigar los efectos de «engorde» de los alimentos ingeridos. Relacionado con estos dos trastornos alimentarios está la insatisfacción con la imagen corporal, que puede definirse como una evaluación subjetiva negativa del propio cuerpo.
Los tres, anorexia, bulimia nerviosa e insatisfacción con la imagen corporal interactúan entre sí, e incluso se ha descrito la insatisfacción con la imagen corporal como un fuerte predictor de anorexia y bulimia nerviosa.
Los atletas personifican el concepto de perfección física y los requisitos para cumplir con los estándares de peso, conducta alimentaria y rendimiento son estrictos por lo que están constantemente bajo presión para adaptarse al cuerpo atlético estereotipado de su deporte lo que puede conducir al riesgo de insatisfacción con la imagen corporal entre los atletas que luchan por cumplir los criterios del cuerpo ideal. Además, el cuerpo perfecto para obtener el mejor rendimiento en un deporte determinado no siempre coincide con el estándar de la sociedad de un cuerpo estético lo que podría llevar a una mayor insatisfacción del deportista.
Los atletas que no se ajustan al tipo de cuerpo ideal para su deporte pueden experimentar más presión para lograrla llegando así a comenzar con el uso de métodos exagerados que conducen a una dieta inapropiada, a actitudes o conductas alimentarias desordenadas y al desarrollo de trastornos alimentarios clínicos. Si nos basamos en la ciencia podemos conocer datos como que por ejemplo en un estudio realizado por Rosen y Hough se comprobó que el 75% de gimnastas femeninas a quienes los entrenadores habían indicado que debían perder peso, utilizaban métodos no apropiados de adelgazamiento o que en atletas australianos se ha comprobado que la incidencia de trastornos alimentarios llega a un 31% en deportistas femeninas de élite, por último, en España se ha publicado que la incidencia de trastornos alimentarios en deportistas se sitúa en torno a un 23%.
En conclusión, podemos determinar que la alimentación es una gran herramienta en el ámbito deportivo, pero que si ésta no es adecuada y llevada a ofrecer el rendimiento óptimo del deportista puede verse como una lucha entre la salud física y mental, siendo más difícil para los deportistas llegar a cumplir sus metas.
Por Betty San Gil