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Síndrome de Ulises: el estrés límite del inmigrante

El síndrome de Ulises se conoce como el síndrome del inmigrante. Éste es característico por afectar a las personas que migran con estrés crónico.

La migración puede traer consigo tanto beneficios como dificultades y tensiones que suponen un esfuerzo para la persona. Esto se conoce como duelo migratorio. Aunque los seres humanos descendemos de otros humanos que han emigrado con éxito, en ocasiones, este cambio puede suponer un factor de riesgo para nuestra salud mental.

Relación entre el duelo migratorio y estrés

Migrar no es en sí mismo algo peligroso para nuestra salud mental, pero si aparecen determinadas características puede desembocar en conductas problemáticas. Por ejemplo, si el inmigrante no está sano o el medio de acogida no es agradable para él esto puede influir negativamente en esta nueva etapa.

El duelo migratorio afecta a la identidad, esta se conoce como un conjunto de características y valores con las que el sujeto se siente identificado. Si esta nueva adaptación a la realidad va bien, favorecerá a la madurez del sujeto. Si en cambio no es adecuada, desestructurará al sujeto tanto a nivel psicológico como social.

El duelo migratorio implica afrontar tantos cambios a la vez que el sujeto se vuelve inseguro y abrumado. Esto puede causar que la persona utilice estrategias comportamentales infantilizadas como volverse más dependiente de sus relaciones, tener quejas o “pataletas” o admirar demasiado a las figuras de autoridad.

Influencia del estrés en el síndrome de Ulises

El síndrome de Ulises se compone de varias etapas por las que el sujeto va pasando. En primer lugar, la persona no puede aceptar la realidad del cambio, después aparece la queja ante el gran esfuerzo que supone esta nueva etapa, poco a poco la persona acepta su nueva situación y por último se reconcilia con la nueva situación aceptando las cosas buenas y malas de su nueva situación.

Emigrar se está convirtiendo en un proceso que implica niveles demasiado altos e intensos de estrés que llegan a superar la capacidad de adaptación de los seres humanos. Los emigrantes sufren el riesgo de padecer el síndrome de Ulises a pesar de que la capacidad de emigrar es uno de los rasgos distintivos de nuestra especie que ha favorecido a nuestro éxito evolutivo.

Estas situaciones pueden aparecer por la deshumanización al abordar las migraciones hoy en día. Existen siete duelos en la inmigración que pueden afectar a la calidad de la adaptación:

  1. La familia y los amigos van a quedarse en el lugar de origen y debemos generar nuevos vínculos en el nuevo lugar.
  2. La lengua puede suponer un impedimento en esta nueva etapa.
  3. La cultura, debemos aprender nuevas costumbres, religión y valores, además de respetarlos.
  4. La tierra es diferente, encontraremos nuevos paisajes con distintos colores y olores.
  5. El estatus social que tengamos y que construyamos en el nuevo lugar puede influir. Debemos encontrar trabajo, vivienda y el nivel o calidad de vida puede ser distinto al que estamos acostumbrados
  6. El grupo étnico puede afectarnos dependiendo de la nueva cultura pueden aparecer prejuicios o incluso actitudes racistas.
  7. Riesgos para la integridad física durante viajes peligrosos o de riesgo, depende del lugar a donde estemos viajando.

Las situaciones de estrés prolongado pueden afectar a la persona en forma de ansiedad, insomnio, tristeza, llanto, tensión, irratibilidad, fatiga, migraña, problemas digestivos,…

Debemos tener en cuenta estos aspectos a la hora de tratar con personas que están adaptando su identidad a una nueva forma y lugar donde vivir. Si la calidad de vida disminuye cambiando de ambiente debemos estar atentos a las condiciones que están afectando a estas personas y como se las está tratando en estos nuevos lugares. Sin integración social no puede haber salud mental.

Por Paula Ortega Pérez

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