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Prohibido fallar: una historia de desarrollo personal

Otra vez aquí…la misma historia de siempre.

El atasco de las 8:17… ¡Es que no podéis levantaros antes para dejar a los mocosos antes en el cole! Ahora me va a tocar correr…por si no tuviese bastante…les odio.

¡Mira ese! ¡que idiota! ¿por qué no se apartará? ¿Se cree que está solo en el mundo?

Ya son los 8:24…. ¡joder! tenía que haber salido antes! ¿Pero como iba a saber yo que hoy era el día del imbécil? ¡¡Aaaaaaaah!!

A las 9:00 tengo que estar en la oficina…y ya son las 8:27.

Encima estoy super alterada.

No quiero que me pase lo mismo…siempre estos nervios…no quiero bloquearme…parezco estúpida de verdad…que frustrante.

¡Las 8:33 ya!

Encima todo el mundo va a hacerme preguntas ¿En serio? Dejadme en paz…que insoportables. A veces me gustaría tener un botón rojo que poder presionar y que todos desaparecieran…aunque sólo fuese unos instantes jejeje.

Bueno tranquila Raquel…Has preparado todo a conciencia…

…pero tenía que haberle dedicado más tiempo…

¡Dios! Estoy hecha un flan…parezco tonta. Las 8:38…bueno tranquila…ya casi estamos.

No puedo fallar… le he dedicado tanto tiempo a esto que si no lo consigo te juro que no sé lo que hago… lo dejo. Si eso es, si no valgo para esto, mejor cojo mis cosas y me marcho… al menos libraré a todos mis compañeros de mi incompetencia… pero y mi familia… no les puedo fallar… se decepcionarían tanto… si, si, ya sé lo que dice mi madre… y bueno Juan también… que ellos me quieren lo consiga o no… que pena me daría fallarles. Pena y rabia… ¡joder! Si yo sé que puedo… pero cuando llega el momento… soy una acojonada… siempre lo he sido. ¿Para qué vale tanto sacrificio si no lo consigo? Para nada, sólo para sufrir.

Bueno… ya estamos aquí… 8:46 pufffff.

Debería dejarlo todo… irme a vivir al campo a cultivar tomates o yo que sé. Dejar toda esta mierda atrás… toda esta competitividad… esta lucha de a ver quién la tiene más larga… ¡Qué patético por favor!

¿Quién inventó las reglas de este juego de víboras? No te puedes fiar de nadie.

Mira por ahí va Ramón, el jefe…

¿Qué te crees que eres el único que trabaja?

Luego no da palo al agua… pero para pedir y criticar siempre está el primero.

Un día me va a oír… le voy a dejar tieso… antes que trabajadores somos personas o ¿qué se ha creído?

Raquel: ¡Buenos días Ramón!

Ramón: ¡Buenos días Raquel! ¿Estás preparada?

Raquel: ¡Claro! Siempre.

Ramón: ¡Genial! Ahora te veo.

Raquel: OK.

¿Qué si estoy preparada? Todo el finde currando… ¡será mamón!

Mira, ahí está mi compañera Silvia… que asco me da… siempre con esa actitud prepotente… siempre con una buena palabra… es una pelota.

No la puedo ver…

¿Es que ella nunca comete errores? Seguro que sí.

Cuando la pille en un renuncio va a flipar… la lista ésta. Insoportable.

Silvia: ¡Buenos días Raquel!

Raquel: Hola Silvia.

Silvia: ¿qué tal te ha ido el finde?

Raquel: Bien gracias.

Silvia: ¡Que bueno! ¿Te ha dado tiempo a preparar la presentación? ¡Que coñazo de verdad! Que pase pronto y ya salimos de ésta jejejeje

Raquel: Más o menos…

Silvia: Bueno ¡Mucha suerte guapa!

Raquel: Gracias, igualmente.

¡Dios! ¡Hipócrita!

Desarrollo Personal: rendimiento, satisfacción y bienestar

Este tipo de situaciones se repiten frecuentemente en los relatos e historias de las personas que se acercan a UPAD. De los usuarios que nos visitan, 9 de cada 10 personas desarrollan estilos de autoexigencia elevados, que perjudican de manera notoria sus niveles de bienestar y su capacidad para obtener satisfacción en sus vidas, a través de altas dosis de frustración que ellos mismos se autoimponen, por unas expectativas poco realistas o una manera particular de enfrentarse a la realidad, que contribuye en el desarrollo de conductas disfuncionales.

Es importante reconocer la parte de responsabilidad que cada uno tiene en el desarrollo de su propio sufrimiento. Es a partir de ahí, donde podemos aprender nuevas estrategias que nos permitan enfrentarnos a la realidad de una manera más sana para nuestros intereses y al menos, poder liberarnos de malos sentimientos y volver a disfrutar, sea cual sea nuestro campo de actuación.

¿Y tú? ¿también tienes prohibido fallar?

¡Prueba!

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