Todos y cada uno de nosotros tenemos creencias. Quizás a la hora de leer éste término nos viene a la mente algo más propio de la religión, quizás algo relativo a la fe. Pero bueno, a lo mejor, no vamos tan mal encaminados. En sí, la propia palabra lo dice, creer, y bueno, ¿Qué es creer? Según la R.A.E. es tener o pensar algo por verdadero sin que esto esté comprobado. Y si miramos un poco más atrás, creer y creencias tienen sorprendentemente el mismo origen latino ‘credere’.
El término “creencia” resultaría de juntar el verbo latino ‘credere’ que es ‘creer’ con el sufijo ‘-entia’, que significa ‘cualidad de una persona’. Por lo cual, a partir de su origen latino podríamos observar que la palabra ‘creencia’ es una cualidad propia de una persona que cree en algo como cierto sin haber sido empíricamente comprobado. Podríamos definirlo entonces como las generalizaciones de pensamiento que tenemos o desarrollamos acerca del mundo, o incluso como, las ideas que confirmamos a través de nuestras propias experiencias.
Creencias y valores
Al hablar de creencias no podemos descartar la idea de que existen una amplia variedad de ellas, tantas quizá, como seres humanos. Todos y cada uno de nosotros tenemos nuestras propias creencias, muchas veces compartidas, pero también únicas e irrepetibles. Pero, ¿creemos en lo que creemos por nosotros mismos?
Debido a este motivo, fundamentalmente hay que tener especial cuidado con los niños y adolescentes, y más aún, sobre los valores y normas sociales que se les inculcan, porque es en esta edad, cuando somos más sensibles a las influencias exteriores, cuando creamos nuestro propio sistema de creencias y valores, que junto a las experiencias personales que vivamos y nuestras propias convicciones, van a formar ‘nuestro modelo de mundo’ (sistema personal de creencias). Es a través de este sistema de creencias que nos formamos, el modo en que vemos e interpretamos el mundo o nuestra realidad en definitiva. Porque cada uno de nosotros tenemos nuestra propia interpretación del mundo. Nosotros generamos pensamientos, muchas veces inconscientes, sobre nosotros mismo o sobre la realidad que nos rodea, y no nos damos cuenta el poder que tienen dichos pensamientos en nuestros posteriores desempeños. Tales pensamientos, o creencias, son capaces de limitarnos o capacitarnos. Henry Ford decía muy acertadamente que tanto “Si crees que puedes, tienes razón; como si crees que no puedes, también tienes razón”.
El poder de las creencias
Las creencias limitadoras de las que hablamos son capaces de interferir en la consecución de nuestros objetivos, son como una profecía autocumplida que cuando se piensa, sucede. Funcionan como un virus que nos incapacita más allá de lo que podamos pensar. Suelen hacer referencia a aspectos tales como la desesperanza o la impotencia para realizar algo y se suelen asociar a pensamientos tales como: “Haga lo que haga no lo conseguiré”, “No soy capaz de…”, “No lo merezco”. Son este tipo de pensamientos los que de forma inconsciente te van minando y hacen que no consigas lo que te propongas o que ni tan siquiera, dediques el esfuerzo suficiente para lograrlo. Por tanto, será preciso tomar cartas en el asunto de manera consciente y tratar de expandir nuestro propio modelo del mundo, para que podemos llegar a ser capaces de transformar aquellas creencias que nos puedan estar limitando, estableciendo nuevas metas u objetivos más atractivos para nosotros mismos, sabiendo y midiendo bien cada paso que damos para alcanzarlos, porque si algo es verdad en todo esto, es que cada uno de nosotros tenemos la capacidad de controlar este mundo o parcela de realidad que construimos a través de dichas interpretaciones.
Tal y como indicábamos al principio al referirnos al mencionado concepto de ‘fe’ que se nos viene a la mente al contemplar la palabra ‘creencia’, no íbamos tan mal encaminados, porque al fin y al cabo, creer en uno mismo, consiste en creer que somos capaces de alcanzar objetivos mediante algún tipo de acto de ‘fe’, imprescindiblemente necesaria para poder enfrentarse y persistir en la consecución de un determinado objetivo.
Pero como todo en la vida, para poder cambiar nuestro propio modelo de creencias sobre el mundo, necesitamos ser conscientes de que vivimos bajo su influencia, por lo que será conveniente saber identificar de qué modo nos están afectando nuestras propias creencias y si éstas están siendo nuestras aliadas o nuestras principales enemigas.
Por Daniel López Conde.