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Padres, los valores del fútbol empiezan en vosotros

Aún recuerdo las frases que usaban los mayores cuando dos niños se peleaban en el patio del colegio: “No se insulta”, “Las cosas no se arreglan con violencia”, “las cosas se solucionan hablando”, “Pídele perdón por lo que le has dicho”, etc. Padres y profesores soltaban un sermón sobre cómo comportarse y cómo no, cuando se tenía un problema con un igual. La mayoría de estas peleas derivaban de situaciones competitivas, desde una simple carrera hasta el partido de fútbol que se jugaba en el recreo, pero no solían llegar a mayores pues siempre aparecía un mayor que paraba la situación. Hoy hablamos de los valores del fútbol

A medida que los niños crecen y se desarrollan, estas situaciones conflictivas aumentan y la probabilidad de resolverlas de maneras inadecuadas también. Una pachanga en el recreo se convierte en un desafío, en un conjunto de hormonas revolucionadas, de patadas o empujones “que no han sucedido”. Olvidando, a veces, que simplemente se trata de un juego.

Los valores del fútbol

En el mundo del futbol base, estos conflictos incrementan su probabilidad: los niños según crecen suben de categoría, los retos se complican, las tensiones aumentan y la competitividad se adueña del carácter lúdico de este deporte. En el fútbol base también se educa. Además del reglamento y las normas de conducta específicas, se aprenden valores, a relacionarse con los demás y un montón de experiencias que aplicar a la vida cotidiana. A los niños que desde pequeños se dedican a jugar al fútbol por afición, por diversión, por salud, se les educa para jugar con deportividad, porque el objetivo principal es disfrutar, ya que se sigue tratando de un juego, en el que casi nadie llega a profesional y los que lo hacen, no se suelen pelear.

Esta educación debería encontrar el respaldo de los padres de los deportistas, debido a su gran influencia en la educación de los niños, sobre todo, en sus fases de desarrollo. Los seres humanos aprendemos por observación, por imitación, etc. Por lo que me gustaría saber si se les enseñó a los padres que, para educar, hay que ser un modelo de conducta: “Predica con el ejemplo”, “actúa cómo te gustaría que actuasen contigo”, “aplícate el cuento”.

¿Por qué digo esto? Lamentablemente, en la actualidad del fútbol base cada vez son más frecuentes las noticias sobre los enfrentamientos entre padres. ¿Qué están enseñando esos padres a sus hijos? ¿Qué es lo que aprende un chaval al ver a su padre insultándose y pegándose con otro? ¿Qué aprende cuando le toca separar a dos personas adultas para que una pelea no vaya a mayores? ¿Tan importante es lo que se están jugando?

Con suerte, evalúe la situación como negativa y sienta la suficiente vergüenza como para no querer protagonizar algo así en su vida. Puede que crezca sabiendo cómo no ha de comportarse dentro y fuera de un campo de futbol. Pero las secuelas psicológicas derivadas de este aprendizaje probablemente también crezcan con él, pudiendo tener efectos negativos en su carrera deportiva y en otras esferas de su vida, empezando por la familia.

Pero, ¿y si aprende por observación, por imitación? ¿Y si la siguiente vez que se sienta frustrado o que un rival le ponga nervioso le suelta un puñetazo? Probablemente piense: “Si una persona mayor lo hace no debe estar tan mal”, “a veces la violencia es necesaria”, “a veces las palabras no sirven”, etc. ¿Qué está aprendiendo? ¿Qué educación se le está dando sobre el fútbol? ¿Y sobre la vida?

Que un deporte es algo saludable, que lo importante es competir de manera deportiva, que hay que disfrutar, que es solo un juego. Me temo que no.

Piensen qué les diría su hijo si, tras haberle metido un puñetazo a la madre de otro chico, le dicen que eso no hay que hacerlo. Atrévanse a decirle que no tiene que meterle una patada a su rival si le insulta. ¿Qué os respondería? En la mayoría de casos: “tienes razón” no será la respuesta.

Cuando un jugador está en el terreno de juego, él es quien juega, quien compite. El papel de los padres ha de ser apoyar y animar a sus hijos, antes, durante y después de cada partido, pues es la mejor manera que tienen de ayudarles. Un partido de fútbol es un conjunto de hormonas, nervios, emociones, etc. Los padres que insultan a otros padres o jugadores, que se enzarzan en estas peleas incomprensibles, se convierten en un obstáculo para el correcto aprendizaje de sus hijos.

Si en algún momento se ven en esa situación en la que su ira aumenta, paren un segundo a pensar si les beneficia, si la respuesta es NO, frenen.

SI USTED NO VA A IR A AYUDAR A SU HIJO,
NO VAYA A ESTROPEARLE EL PARTIDO,
ÉL MERECE LA OPORTUNIDAD DE DISFRUTAR DE ELLO.

Creemos entre todos un deporte, que merezca la pena ser disfrutado.

Por Marta Bueno, estudiante en prácticas de la UCM.

@martabb_94

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