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En los campos de fútbol, cada fin de semana, es bastante común observar en los jugadores (y en algunos padres desgraciadamente) comportamientos agresivos, reproches e insultos al colectivo arbitral, disputas con los rivales o algún que otro gesto que podríamos calificar como indecente. Esto puede generarnos algunas cuestiones, como el replanteamiento de los motivos por los cuales se practican este tipo de actividades deportivas. Cuando queremos intensidad a la hora de competir, ¿por qué  entonces hablamos de agresividad?

Cuando los padres llevan a sus hijos a los entrenamientos, ¿qué esperan de esta actividad? ¿Buscan que sus hijos disfruten, aprendan una actividad deportiva y socialicen, o pretenden labrar una figura deportiva de relevancia a nivel nacional?

La búsqueda esencial del éxito puede inducir en el niño la valoración exclusiva de los resultados sin apreciar cómo ha sido el rendimiento de su juego, infravalorando el esfuerzo realizado y sintiendo una gran frustración al no alcanzar las metas propuestas. Si además el niño aprende a recurrir a métodos nada deportivos para alcanzar el resultado (como fingir lesiones para obtener cierta ventaja en un partido o reprochar al árbitro para que pite a su favor) puede dar lugar a enfrentamientos entre los jugadores y las típicas disputas que desgraciadamente se observan frecuentemente en los campos de fútbol como comentábamos al inicio.

Agresividad vs Intensidad competitiva

La competición es una parte importante de la actividad deportiva, pero hay que saber competir y conocer los límites que tiene. Competir significa dar al máximo e intentar superar al rival, pero sin olvidar en ningún momento las reglas que marcan el juego y respetando en todo momento al contrincante que tenemos enfrente. Al fin y al cabo, lo que hay en frente es otra persona, que disfruta jugando igual que lo hacen nuestros hijos, que tiene sus expectativas y sus sueños respecto a la liga que comparten con ellos, y por eso no son menos importantes. Por ello, es importante respetarles en todo momento, ya que a nadie le gusta que le falten al respeto ni que se actúe de forma injusta en ninguna situación. Cuando competimos, competimos en igualdad de condiciones.

Además, ¿tan importante resulta un partido de fútbol como para llegar en algunas situaciones a agredir verbal o físicamente a una persona? Lo que están jugando los chicos es una liga en una categoría menor, donde lo que se busca principalmente es que hagan ejercicio físico, desarrollen habilidades psicomotrices o conozcan otros chicos de su edad con los que tienen en común el gusto por ese deporte. Y aunque éstos se encontrasen en una categoría de fútbol de mayor relevancia, no es motivo para pelearse con nadie por un partido. Hay que saber competir, y en las situaciones en las que se pierde, saber afrontarlo y mirar las cosas que se pueden mejorar.

Por ello, es muy importante que los padres no refuercen los comportamientos agresivos de sus hijos, enseñándoles a competir y a respetar al rival. Al fin y al cabo, esto es una actividad más de la vida, y lo que se pretende es disfrutarla al máximo.

Por Eduardo Juárez, estudiante en prácticas de la URJC.

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