Las personas somos seres con una capacidad de memoria increíblemente grande. Nuestro cerebro ha evolucionado hasta el punto de poder recordar millones de cosas, desde que somos pequeños hasta que morimos. Esta capacidad es muy importante para nuestra vida y nuestro día a día, pero es cierto que existen momentos en los que recordar ciertas situaciones nos puede resultar incómodo o desagradable, ya que pueden haber sido momentos vergonzosos, dolorosos o traumáticos. En este artículo hablamos del olvido voluntario.
Habitualmente, tras vivir uno de estos momentos desagradables, siempre se suelen decir frases o tópicos como “mejor olvidarlo” o “hay cosas que es mejor no recordar”. Nos gustaría olvidar muchos momentos que para nosotros no fueron buenos, como la pérdida de seres queridos, accidentes, derrotas… Siempre se ha dicho que olvidamos cosas “sin querer” o sin hacer ningún esfuerzo por ello, pero realmente, ¿Es posible olvidar lo que queramos de manera voluntaria?
Pues bien, varios estudios han determinado que existen hasta dos maneras de olvidar voluntariamente recuerdos no deseados. Los hallazgos pueden explicar cómo los individuos podemos hacer frente a experiencias adversas y desarrollar incluso estrategias contra algunos traumas. Aún están por pulir, pero podría ser uno de los descubrimientos del siglo, en cuanto a memoria humana se refiere.
En el último estudio realizado por la Universidad de Cambridge, se explican los dos mecanismos diferentes para el olvido voluntario:
- El primero, trata de reprimir los recuerdos. Hay que tener claro cuál es el recuerdo que queremos olvidar y hacer un esfuerzo mental, a través, por ejemplo, de la visualización, tratando de cancelar ese recuerdo. Por ejemplo, imaginarse que ese recuerdo está escrito en un papel y se va prendiendo fuego o evaporándose. Se necesita un gran esfuerzo para ello, pero las investigaciones demuestran que funciona. Se utiliza para recuerdos especialmente fuertes y que nos generan sentimientos negativos.
- El segundo mecanismo, trata de sustituir el recuerdo negativo. Es una manera más rápida y algo más sencilla que la anterior. Se trata de crear recuerdos nuevos que puedan “empujar” a los recuerdos que no queremos. Es importante para ello mantener la mente ocupada con cosas similares al recuerdo negativo, pero en sentido positivo, por ejemplo, cuando se produce una derrota dolorosa en el ámbito deportivo (como una final perdida), se suele sustituir ese recuerdo por otro momento en el que se obtuvo la victoria, y modificar poco a poco el recuerdo. Además, para este mecanismo es útil eliminar todo lo que nos traiga un mal recuerdo a la mente, como las imágenes u objetos.
Como hemos mencionado anteriormente, aún queda mucho por descubrir sobre esto, pero en un futuro puede que nos sea muy útil para tratar ciertos problemas psicológicos. Quizá con un buen entrenamiento en olvido motivado (voluntario o dirigido), lleguemos a ser capaces de recordar sólo aquello que nos interesa y dejar atrás los malos recuerdos de los cuales todos nos queremos deshacer.
Por Alejandro Fernández, estudiante en prácticas de la URJC.