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La rebeldía en la adolescencia: jugando con el alcohol

Cuando se llega a la etapa de la adolescencia, los gustos, los intereses y en general, la personalidad de cada uno comienza a cambiar. En este post, os hablamos  sobre un tema de vital relevancia, que se produce en los jóvenes con mucha frecuencia y el papel que juegan los padres en el mismo. Hoy hablamos de la rebeldía en la adolescencia.

Hoy en día, las generaciones más jóvenes comienzan a interesarse cada vez antes por el consumo de alcohol, asociando éste a la palabra DIVERSIÓN. Los medios de comunicación hablan sobre los numerosos botellones que los jóvenes realizan cada fin de semana, formando esto parte de su ocio y en dónde se da un ambiente en el que pueden relacionarse con los amigos y compartir “grandes” momentos. Pero ¿somos conscientes del grado de asociación que hay entre esas dos palabras alcohol-diversión? ¿Hasta qué punto  y de qué manera los padres pueden influir en las decisiones que toman sus hijos para pasárselo bien?

Se sabe que la adolescencia es una etapa de transición donde, generalmente se producen importantes cambios físicos, cognitivos y emocionales que afectan a las relaciones de los adolescentes con sus padres y con sus iguales. Es decir, se inicia un distanciamiento progresivo entre padres e hijos y se aumenta el grado de afinidad con los amigos (más salidas, más necesidad de libertad…). Esto hace que la comunicación familiar se deteriore y los conflictos por normas, prohibiciones o castigos se produzcan más a menudo en el hogar. Pero,  antes de que todo esto se desarrolle o qué los pequeños problemas se conviertan en grandes conflictos, tú, como padre o madre, puedes tener en cuenta  lo siguiente:

  1. Aceptar el distanciamiento que se produce como algo normal dentro de ésta etapa, pero sin dejar de lado el aporte de valores como son la  confianza y la seguridad. Si, estas dos palabras resultan esenciales, puesto que los hijos necesitan sentirse apoyados a pesar de que sus vidas comiencen a moverse en otra dirección y poco a poco vayan saliendo de su zona de confort.
  1. Búsqueda de información sobre el alcohol y las drogas: Para poder contar con argumentos fidedignos sobre los efectos perjudiciales, pudiendo influir con ello a nuestros hijos sobre temas como estos. Busca, lee y aprende sobre las consecuencias que pueden tener para la salud ingerir alcohol desde edades tan tempranas. Internet es una buena herramienta para encontrar todo aquello que deseemos, siempre y cuando nos aseguremos de que se trate de fuentes fiables, ¡eso sí!
  1. Prevenir mediante una buena comunicación: Mantener el  contacto aunque cueste. Es esencial hablar con los hijos sobre los temas actuales que se mueven en la juventud.  Charlar con ellos sobre la información que has podido aprender o que ya sabías a modo de anécdotas, es una buena forma de incidir sobre ellos. Realizar en familia reflexiones  sobre la asociación de la diversión y  el alcohol, y poner como ejemplos los casos que se ofrecen por televisión sobre las  consecuencias de llegar a un coma etílico por beber en exceso.  Además, no olvides potenciar otro tipo de actividades que pueden realizar y que contengan altos beneficios para ellos (actividades de ocio divertidas y saludables como el deporte, el cine u otros).
  1.  Ser empáticos: Comprender el proceso por el que están pasando es otra de las claves para afrontar esta etapa, aunque no olvides actuar con permisividad, autoridad y comprensión.  Esto es, establece normas y sé consistente con ellas. Si vas a imponerte ante cualquier acto que tu hijo quiera realizar, no le prohíbas sin darle soluciones alternativas, porque se sentirán indefensos y ofendidos.

Una vez habiendo reflexionado sobre estas cuatro claves que se han explicado, está en tu mano poder aplicarlas desde hoy mismo, si todavía no lo has hecho. El desarrollo de los hijos está en vuestra mano, por lo que haceros responsables de su educación resulta básico hasta que cumplan la mayoría de edad. Vuestra actitud ante ellos siempre sumará, recuerda que sois su principal modelo a seguir.

Por Irene Folguera, estudiante en prácticas de la URJC.

 

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