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Los 7 obstáculos que te impiden lograr tus objetivos

Estamos tan acostumbrados a hablar de objetivos que nos olvidamos de todo lo que hay detrás, todas esos pequeñas metas necesarias para poder llegar a ellos. Es habitual preguntar a nuestros jugadores qué objetivos tienen para la temporada, tanto personales como grupales, y sus respuestas, la mayoría de las veces, son muy similares: “quiero marcar muchos goles”, “mejorar la técnica”, “ascender en la clasificación”, etc., pero cuando profundizas con ellos y les preguntas cosas como: “¿qué harás para conseguirlo?”, “¿cuánto estás dispuesto a trabajar?”, “¿y si no sale como esperabas?”, no saben si quiera qué contestar, por no mencionar que no están acostumbrados a planificar objetivos ni tienen claro tampoco qué son, ni la propia utilidad de los mismos.

Cuando hablamos de objetivos no sólo hacemos referencia a los puramente deportivos sino que, en un sentido más amplio, nos estamos refiriendo a objetivos personales. Éstos dependerán de nuestros principios y valores y nos ayudarán a tomar el mando de nuestra vida. En base a ellos, podremos planificar nuestras acciones y organizar nuestros recursos. Sólo si sabemos a donde queremos ir podremos preparar los mapas, trazar una ruta para llegar al destino y no perdernos en el intento.

Cómo superar los obstáculos que te impiden cumplir tus objetivos

La lucha por nuestro objetivo la mayoría de las veces no es tan simple como en un principio nos esperábamos, ya que nos podemos encontrar diversos obstáculos a superar para llegar a su consecución. Algunos de estos obstáculos serán ajenos a nosotros, estarán totalmente fuera de nuestro control, pese a que otros estarán relacionados con nosotros mismos y nuestra actitud en ellos será determinante a la hora de superarlos. Para ello, es importante saber detectar dichos obstáculos, a partir de una serie de indicadores que pueden ser determinantes a la hora de salvarnos de caer en el abismo. Ciertos aspectos, por tanto, a controlar serán:

  • Autosabotaje: en algunas ocasiones estamos muy próximos a alcanzar un objetivo pero, finalmente, nos quedamos en el camino sin alcanzarlo. Es posible que el motivo de dicho fracaso esté en nosotros, ya que el autosabotaje es la tendencia a impedir un logro a través de manipulaciones inconscientes dirigidas a uno mismo como, por ejemplo, no terminar las cosas, posponer todo hasta el último momento, ser demasiado perfeccionista deteniéndonos en detalles irrelevantes en lugar de ir directos al objetivo, poner excusas de cualquier tipo, no ser realistas, fijarnos propósitos que no cumplimos, etc. Nuestros pensamientos influye a nuestros sentimientos, éstos a nuestra conducta y nuestra conducta nos influirá en nuestra vida.
  • Falta de estrategias: las necesitamos como guía que marque nuestros pasos a la hora de conseguir nuestras metas. Dependiendo de lo ambicioso que sea el objetivo y del tiempo que requiera podemos plantearnos:
    • Objetivos a corto plazo: si pensar en la meta nos desborda podemos pensar en los peldaños que nos llevan a ésta, siendo más sencillos y asumibles. Definir pequeñas metas es clave para lograr metas, ya que nos aportan la motivación y energía para persistir.
    • Objetivos a medio plazo: si las metas son demasiado fáciles no habrá alicientes, porque nos resultará aburrida su escasa dificultad. La dificultad tiene que ser gradual, creciente y asumible, incentivando así nuestro interés y motivación por avanzar en nuestros objetivos.
    • Objetivos a largo plazo: constituyen nuestro deseo final. Su consecución dependerá del grado de superación de metas más pequeñas, manteniendo la motivación durante el proceso.
  • Falta de confianza: la inseguridad crea una barrera entre lo que somos y lo que queremos llegar a ser. Está relacionado con el miedo y, aunque es una emoción innata en el ser humano, se puede aprender a regular.
  • Falta de constancia: un hábito vital para la consecución de objetivos. Si buscamos resultados de forma rápida y éstos no llegan solemos frustrarnos, desmotivarnos y terminamos por abandonar nuestros objetivos. La constancia, por otro lado, es efectividad y eficiencia, no rapidez ni trabajo sin esfuerzo. Se trata de tener una determinación que convierta esas nuevas estrategias en rutinas, aumentando nuestra productividad y, con ello, nuestra percepción de eficacia.
  • Falta de creatividad: la necesitamos a la hora de elaborar estrategias pero, ¿qué hacemos si las primeras no nos han funcionado? No significa que abandonemos si no funcionan las primeras estrategias, implica que debemos elaborar nuevas vías innovando.
  • Falta de motivación: mantener el interés a la hora de alcanzar una meta depende en gran parte del tipo de objetivos que nos planteemos, así como de nuestras expectativas y las de aquellos que nos rodean. Ciertos aspectos que pueden contribuir a la desmotivación pueden ser algunos como marcarse objetivos que sean poco atractivos, abstractos e indefinidos, que no sean medibles, aquellos no realistas con nuestras posibilidades, o no fijar un margen temporal para lograrlos.
  • Capacidad de sufrimiento: otra capacidad que es posible entrenar y aprender. Es necesaria para superar las situaciones más exigentes que nos encontramos en nuestro camino hacia la cumbre y no desistir antes de tiempo. Para poder lograrlo deberíamos haber adquirido un verdadero compromiso y ser capaces de mantenerlo en las situaciones más difíciles. En edades tempranas, es necesaria la ayuda de padres, educadores y entrenadores para construir unas bases sólidas, sirviendo como un pilar muy importante a la hora de que los jóvenes no se rindan y se sigan planteando retos y entrenando con la entrega necesaria.

Así mismo, cuando hablamos de capacidad de sufrimiento, hacemos referencia a la resiliencia o capacidad de sobreponernos al dolor y a situaciones adversas. No debemos confundir resistencia con resiliencia, puesto que la resistencia es una fortaleza pasiva y la resiliencia puede ser transformada en habilidades sociales e incluso en una inteligencia emocional más desarrollada. Estas capacidades no sólo son necesarias para el deporte, sino para todos los aspectos de nuestra vida.

Por Noelia Jiménez

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