“Soy el capitán de mi alma, el dueño de mi destino”.
Comienzo este artículo citando la célebre frase de la película autobiográfica sobre Nelson Mandela “INVICTUS”, de la que todo el mundo que la haya visto recordará, para ilustrar la presente reflexión.
Y es que a veces, no caemos en la cuenta de que tenemos al alcance de la mano asumir la responsabilidad de crecer y desarrollarnos como personas, en cualquier ámbito de nuestras vidas.
El desarrollo es un proceso por el cual los seres humanos alcanzamos nuevos estados en nuestra vida profesional y personal. Dicho proceso se da en todos nosotros gracias a las distintas experiencias, tanto diarias como vitales, de manera espontánea y natural. Sin embargo, puede que este camino sea largo o no nos lleve a los destinos a los que deseamos llegar.
Para optimizar el potencial de nuestro desarrollo podemos llevar a cabo un entrenamiento sistemático, en el cual nos pueden ser muy útiles herramientas como el coaching u otras muchas derivadas de la amplia gama de psicoterapias psicológicas.
¿Dónde podemos encontrar desarrollo?
El desarrollo es susceptible de ser encontrado en numerosos contextos, entre los que podemos enumerar estarían:
- En el contexto deportivo podemos encontrarnos con deportistas de alto rendimiento que tengan dificultades para dar lo máximo de sí mismos debido, por ejemplo, a problemas de atención, concentración, nervios… ¿por qué se pierden más partidos como visitante que como local? ¿Por qué un futbolista profesional de primer nivel ejecuta mal una tarea básica como lanzar un penalti? ¿Qué es un gol psicológico? ¿Qué es llenarse de balón, ser una piña, salir enchufado, estar en racha, estar motivado o ir “partido a partido”? Estas expresiones coloquiales tan utilizadas en el contexto deportivo no son ni más ni menos que la manifestación de complicados procesos mentales que se pueden entrenar con esfuerzo y la adecuada guía.
- Sin embargo, el alto rendimiento es solo un pequeño porcentaje en el mundo del deporte. Las necesidades de un deportista en formación o de una persona que practica deporte en su tiempo libre por ocio o salud también están contempladas en el desarrollo. Ayudar a alguien a comprometerse con su planning de entrenamientos, atender a las necesidades vitales de un niño deportista, el trabajo con sus entrenadores, sus padres… todo esto también (o sobre todo) es desarrollo.
- En el mundo de las artes escénicas no está exento de las mismas variables psicológicas que afectan al rendimiento. De este modo, con un entrenamiento mental adecuado podemos llegar a conseguir ese ideal de que una interpretación nos salga igual de bien en público que en los ensayos. Por otra parte un músico, bailarín o actor puede aprender a sobrellevar de manera saludable la exigencia de sus agendas (tan típica de su contexto) gracias a técnicas como el establecimiento de objetivos o el coaching.
- Mención aparte para el competitivo mundo empresarial, donde la adecuada gestión de todas estas variables puede marcar la diferencia entre la creación o cese de puestos trabajos, más o menos beneficios económicos, la salud personal y, en última instancia, el devenir de toda una organización.
Pero no nos quedemos ahí. El desarrollo puede ir desde unos contextos muy claros y concretos a otros mucho más ambiguos y personales. La vida en pareja, la relación con los amigos y familiares, esas pequeñas cosas de uno mismo que siempre quiero cambiar… todo ello pasa por el desarrollo personal, y en nuestra mano está decidir de qué forma vamos a seguir ese camino.
Jaime Marcos