Hoy, es día 8 de Marzo, Día Internacional de la Mujer, y son muchos los asuntos pendientes que nos quedan por reivindicar. Este año, por lo duro que ha sido y que está siendo, a veces sentimos que algunas prioridades han quedado de lado. Prioridades tan importantes como que una mujer en situación de maltrato se ha visto obligada a convivir con su agresor durante todo el confinamiento, prioridades como que las agresiones sexuales a mujeres siguen ocurriendo, que la trata de mujeres sigue en la calle y que el maltrato psicológico, tan invisible y a la vez tan nocivo, ocurre también. Y es de esto último, del maltrato psicológico es de lo que queremos hablar hoy.
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Algunas señales de que alguien te está maltratando psicológicamente
El maltrato psicológico tiende a ser infravalorado en su gravedad, es decir, parece que es menos grave que el maltrato físico. Nada más lejos de la realidad. El maltrato es como un iceberg: en la cima del iceberg, aquella parte que vemos por encima del agua, se ve el maltrato físico. Y con ver no me refiero solo a que lo vean los demás, sino que eres tú la primera que lo ve en caso de sufrirlo. El maltrato psicológico suele pasar más desapercibido. Todo esto se situaría en la parte más baja (y a la vez más grande) del iceberg. Por lo tanto, es menos visible, pero no menos digno de tener en cuenta.
Insisto, que esté por debajo del agua no quiere decir que sea menos grave. Las secuelas del maltrato psicológico prolongado son iguales que los síntomas de un trastorno de estrés postraumático: flashbacks, ansiedad, recuerdos intrusivos, trastornos del sueño, somatizaciones, etc. Además, nos deja graves secuelas psicológicas: pérdida de autoestima, culpabilidad, sensación de estar dañadas para siempre, sensación de ineficacia, incapacidad para confiar en los demás, pensamientos rumiativos, etc.
Mencionamos a continuación algunas de las señales que te indican que estás sufriendo maltrato psicológico. No obstante, las aquí expuestas, suelen ser las más sutiles (pero no leves). ¡Atención! Los ejemplos que pongo a continuación no son inventados, son reales, testimonios que he escuchado tanto en consulta como en otros contextos:
- Humillación. Te humilla tanto a solas como delante de otras personas. Ej.: “Estás loca”, “No eres tan guapa como otras tías con las que he estado”, “Eres una frígida”, “Eres una guarra”.
- Degradación. Rebaja o reduce el valor esencial e inherente a tu identidad. Ej.: “Si es que estáis todas jamadas”, “No vas a conseguir sacarte esas oposiciones”.
- Estrategias defensivas. Te traslada la responsabilidad de lo que dice o le da la vuelta a la tortilla cuando intentas defenderte tú. Ej.: “Tranquila, si estas cosas las digo porque me has puesto nervioso”, “Me pongo así por tu culpa”, “¿Y tú qué? Tú también haces cosas mal”, “Ala, ya hemos hecho lo que querías, ¿y ahora qué?”.
- Distorsión de la realidad. Altera la percepción de la realidad a su juicio y conveniencia. Ej.: “¿Yo cuando he dicho eso?”, “Yo jamás te he dicho eso”.
- Infravaloración. Te infravalora a ti y a tus sentimientos. Ej.: “Que te he dicho que no llores”, “Yo a ti no te debo nada”, “Ya estás de morros otra vez”.
Y así día tras día. Otras veces se muestra encantador o está tranquilo de forma que el conflicto no estalla, ya que tu estás andando sigilosamente y con pies de plomo para no darle ninguna razón para que se enfade. Pero nada de lo que haces es suficiente. Puede ser que no lo veas, pero lo que sientes es miedo.
No son pocas las veces que, en consulta, he oído a mujeres decir: “Ojalá me hubiera pegado” u “Ojalá me hubiera dado ese puñetazo antes”, precisamente debido a que hubiese sido entonces cuando se hubieran dado cuenta de que estaban al lado de un maltratador.
Otro “síntoma” con el que vienen a consulta mujeres que han salido de una relación de maltrato psicológico es la culpa. Se sienten culpables por haberse dejado engañar, por haberse dejado manipular. Ahí yo les pregunto si se sentirían culpables si les hubieran atracado por la calle, si bajo amenaza no hubiesen dado su cartera, dinero y todo lo que fuera valioso para ellas. No debes juzgarte por como te traten los demás y mucho menos si tus conductas han sido provocadas a través del miedo, la intimidación o el desprecio.
Las mujeres, chicas y adolescentes que han sido maltratadas ya no podrán cambiar el pasado. Lo que sí pueden hacer es intentar entender cómo ese pasado les está influyendo en el presente. Se trata de todo un proceso pero, empezar a ver que estas experiencias no son culpa tuya facilitará que empieces a ver todo este aprendizaje como una fuente de energía renovada para reparar todo ese daño y empezar con tu vida de nuevo.
Si sospechas que algo de esto te puede estar pasando, no lo dudes, ponte en contacto con una profesional de confianza. No estás sola.
Por UPAD Psicología y Coaching
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