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Comunicación en las relaciones afectivas: asertividad sexual

El asentamiento de las relaciones sociales y afectivas se basan en una comunicación que sea sana entre dos o más personas. A través de la comunicación, se trasmiten ideas, intereses, opiniones… es decir, es la herramienta de relación entre las personas. En cualquiera de las relaciones que se pueden dar (laborales, familiares, de pareja…) es esencial la buena comunicación ya que, por consiguiente, lo más probable es que se consiga una buena relación. Sin embargo, nos centraremos especialmente en la comunicación en relaciones afectivas y en la asertividad sexual.

Tipos de comunicación

Según Alberto Orlandini (1996), encuentra tres formas de comunicación en el ámbito de la sexualidad:

  • La comunicación auditiva. Se refiere a la paralingüística (volumen, timbre, intensidad…), la cual dota de un carácter más emocional al mensaje que transmite las personas.
  • La comunicación táctil. La más importante en la sexualidad, ya que involucra los gestos de amor a través de las manos, boca, piel, caricias… La insuficiencia de este tipo de comunicación origina muchas insatisfacciones.
  • La comunicación visual.  Se refiere al lenguaje corporal que se transmite con la cara, las manos, los gestos… En cuanto a la sexualidad, sirve para la seducción, ligar o galanteo para mostrar interés por determinada persona o satisfacción.

Comunicarse de estas tres formas y haciéndolo de forma coherente entre ellas, funcionará como facilitador en el momento de trasmitir la información y recibirla entendiendo lo que el emisor ha querido expresar (sentimientos, deseos, peticiones…).

Asertividad sexual

Una vez comprendida la comunicación en un contexto más concreto como el afectivo-sexual, se introduce el concepto de asertividad sexual. Según Morokoff et al. (1997, citado en Santos-Iglesia y Sierra, 2010), definen este concepto como la capacidad de iniciar prácticas o actividad sexual de forma sana y responsable, rechazar las propuestas de actividad sexual si no se desea tenerlas, llevar a cabo procesos de negociación para realizar determinadas conductas sexuales, ponerse de acuerdo con el uso de anticonceptivos… En definitiva, realizar prácticas sexuales más saludables.

Por ello, la asertividad sexual constituye un concepto muy importante en el propio contexto, ya que se considera un factor de protección ante las conductas más peligrosas en la actividad, es decir, conductas de riesgo. Respecto a estas conductas se pueden destacar la coerción, presiones, victimización, ausencias de preservativo y métodos anticonceptivos…  

Tras la recogida de diversos trabajos, se ha observado que una mayor asertividad sexual se correlaciona positivamente con la satisfacción sexual (tanto en el número de orgasmos como en la consistencia) y la propia experiencia. Además, las personas con una mayor asertividad sexual se correlaciona con una mayor autoestima tanto global como sexual, mayor erotofilia, menor sumisión, menor culpabilidad sexual y muestran más positivamente su identidad sexual y comodidad con ellos mismos.

En cuanto a las conductas de riesgo, coerciones o victimizaciones, de forma general, se relaciona la asertividad sexual como un factor de protección ante éstas, ya que funciona como una herramienta comunicativa expresando los deseos y peticiones de las personas de forma saludable, sin perjuicios para la otra persona. También, recogiendo lo anteriormente mencionado, la asertividad sexual se relaciona positivamente con conductas de protección como el uso de preservativo de forma continua y consistente. Como era de esperar, una menor asertividad disminuye estos factores de protección, tendiendo, por ejemplo, a tener un mayor número de parejas sexuales y, de este modo, las posibilidades de contraer enfermedades de transmisión sexual son más elevadas (Auslander et al., 2007, citados en Santos-Iglesia y Sierra, 2010). 

Conclusiones

Como conclusión, la búsqueda de información sobre este tema en concreto me hace pensar lo importante que es la asertividad sexual y su papel como factor de protección ante diversas conductas de riesgo, además de todos los elementos positivos y satisfactorios que se ofrecen si se consigue un aumento de este constructo. Por ello, lo ideal sería que se implementase una educación sexual adecuada y efectiva desde edades tempranas para que las personas crezcan teniendo conocimientos del tema y, así, poder desarrollar relaciones afectivo-sexuales lo más saludable posible. Bajo mi punto de vista, este hecho no se lleva a cabo por el contexto en el que vivimos, es decir, respecto al tema de la sexualidad existe un tabú inherente y sistemático, sobre todo en edades tempranas, haciendo que sea un tema prohibido, poco accesible y desconocido para las personas. Este hecho provoca que no se trabajen temas esenciales y puedan desembocar en relaciones tóxicas, problemáticas o llevar a cabo conductas de riesgo, poniendo en peligro la salud e integridad de las personas.

Por Alejandro Gormaz

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