¿Quién no ha disfrutado alguna vez del espectáculo de un mago, dejándose encandilar por trucos imposibles y viviendo una experiencia, valga la redundancia, mágica? ¿Quién no se ha preguntado alguna vez cómo esa persona es capaz de hacer cosas imposibles delante de nuestros propios ojos? Seguro que, en algún momento, todo el mundo se ha plantado delante del prestidigitador con la determinación de encontrar el truco, descubrir qué es lo que está haciendo, cómo es posible algo así. ¿Y cuál fue el resultado de semejante esfuerzo atencional? Probablemente frustración, ya que, a pesar de todo, los trucos siempre se nos escapan por falta de atención. Casi parece que, cuanto más nos centramos en el mago, más difícil es descubrir qué está haciendo realmente.
Ceguera por falta de atención
Una vez más, la ciencia puede explicar cómo es que los trucos de magia se nos escapan. Y más concretamente, la Psicología ha estudiado cómo es posible que se nos escape algo que está justo enfrente de nuestras narices.
Existe un fenómeno, muy habitual en nuestras vidas, que recibe el nombre de ceguera por falta de atención: es la incapacidad de una persona de percibir un estímulo inesperado que aparece en su campo visual cuando está prestando atención a otros estímulos. No es un fallo sensorial, sino atencional, ya que se produce cuando estamos saturados de información y nuestro cerebro, de alguna forma, necesita protegerse del exceso de estimulación. Sabiendo esto, ¿cuántas cosas nos habremos perdido diariamente por no tener la capacidad para procesarlas todas correctamente? En cualquier caso, esta ceguera por falta de atención es, en general, la mayor aliada de los prestidigitadores.
¿Cómo funciona la ceguera por falta de atención?
Los magos, en muchos de sus trucos, juegan con la atención de su público, logrando que focalicen en algo que, en realidad, no tiene la menor importancia para el buen desarrollo de su espectáculo. Utilizando la tecnología del eye tracking, un aparato que permite conocer dónde posa sus ojos el participante (lo que, en general, indica dónde está poniendo también su atención), se ha visto que el mago consigue que el público mire donde a él le interesa. De esta forma, se asegura de que nadie preste atención al truco per se, que nadie se fije en qué está haciendo realmente, lo que permite sorprender a las personas, a pesar de su concentración, cuando se dan cuenta de que se lo han perdido. Y lo más curioso es que es esto les ocurre incluso cuando “el truco” se realiza a simple vista y no se trata de un gesto que el mago intenta esconder.
A lo largo de los años, han sido varios los psicólogos que han decidido estudiar la forma que tienen los magos de jugar con nuestras percepciones. Uno de los primeros trabajos al respecto se debe a Kuhn y Findlay (2005), quienes llevaron la magia a los laboratorios, aunque no han sido los únicos en estudiar estos fenómenos. Se ha descubierto que los trucos de magia pueden resultar muy útiles para evaluar tanto la atención como la percepción de las personas. También se sabe, además, que el entrenamiento en estas situaciones permite a la persona ver lo que ocurre realmente, por lo que, tras ver muchas veces el mismo truco, terminaría por entenderlo.
La necesidad de filtrar nuestra atención
La ceguera por falta de atención no es algo que sólo aparezca en los trucos de magia y, como ya se ha comentado, lo más habitual es que constantemente estemos haciendo uso de ella. El cerebro necesita filtrar toda la información que recibe de alguna forma, seleccionando aquellos estímulos que no son tan importantes para evitar sobrecargarse. Los recursos atencionales de los que disponemos son limitados, por lo que es necesario que se realice algún tipo de criba. Y esto, en general, no supone ningún problema… Siempre y cuando la información que se ignore sea realmente intrascendente. ¿Qué ocurriría, por ejemplo, si la ceguera por inatención nos ataca mientras estamos conduciendo un coche? Las consecuencias podrían ser catastróficas.
A pesar de todo, a pesar de que puede ser molesta o incluso peligrosa, lo cierto es que necesitamos de la ceguera por por falt de atención. Sobrecargarse de información sería peor que omitir algunos detalles que, en general, no son importantes (o no deberían serlo) para la tarea que estamos realizando. Y bueno, de vez en cuando también es agradable creer en la magia, aunque sea porque nuestro propio cerebro nos esté engañando.