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¿Te has parado a pensar cuantas veces diarias consultas tu móvil? ¿Cuántas veces interrumpes lo que estás haciendo para dar preferencia al whatsapp? ¿Consultas el teléfono conduciendo, o mientras caminas? ¿Sientes ansiedad cuando no puedes mirar tus whatsapps cuando quieras? Si te sientes identificado, es probable que estés enganchado a tu móvil.

El fenómeno:

La mensajería instantánea y los smartphones nos dan un valiosísimo recurso comunicativo. Ahora, hablar con amigos, avisar de que llegamos tarde, enviar documentos, entretenernos en el tren, etc. está al alcance de nuestra mano, es fácil y “barato”. Sin embargo, una mala gestión (o una no gestión) de este recurso puede llevarnos a depender del móvil como dependeríamos de una droga. Una droga moderna, brillante, compartida y socialmente aprobada, pero una droga al fin y al cabo.

El mecanismo:

Esta tremenda adicción que “sufre” más del 50% de los españoles se puede llegar a  explicar, simplificando mucho, con uno de los mecanismos más básicos de la psicología humana:

conducta + refuerzo = más conducta

 

Hay quien dice que toda conducta humana puede ser explicada mediante distintos procesos de condicionamiento. Todo lo que hacemos, lo hacemos porque hemos aprendido que nos irá bien haciéndolo. Así, yo escribo un mensaje a Pepi, Pepi me responde y yo me pongo muy contento, aumentando así la probabilidad de que vuelva a escribir a Pepi en el futuro. O consulto mi móvil, veo que tengo un whatsapp y me pongo muy contento, aumentando así la probabilidad de que consulte mi móvil en el futuro. La respuesta de Pepi o el whatsapp recibido serían el refuerzo que mantiene mi conducta de mirar el móvil.

Pero, ¿por qué miramos el móvil tantísimo cuando la mayoría de las veces que lo consultamos no tenemos whatsapps, podrían apuntar los más avispados de los lectores? Esto es debido a uno de los procesos de aprendizaje más efectivos que hay: el refuerzo intermitente.

Cuando consultamos el móvil dos veces seguidas y encontramos un whatsapp a la segunda, lo que se ha reforzado ha sido la conducta de mirar el móvil dos veces. Si lo consultamos 49 veces y encontramos un whatsapp a la 50, este ha reforzado que lo miremos 50 veces. Como no sabemos cuándo va a aparecer el refuerzo, extendemos nuestra conducta hasta el infinito, siendo esta conducta reforzada finalmente por el premio que aparece de forma aleatoria. Este mecanismo lo podemos reconocer en las adicciones a juegos de azar, en relaciones de pareja destructivas, en niños que piden y piden incansables que les compren chucherías… y en los móviles.

Insistimos en que esto es una simplificación, ya que el problema entraña componentes de carácter emocional, cognitivo y social que median en todo este proceso y que tendrían, cada uno de ellos, un artículo aparte.

El remedio:

Lo primero es que alguien pida un remedio. Parece que estamos muy contentos con esta adicción y de momento nadie nos ha dicho que estemos haciendo nada malo. Después, hace falta motivación, querer de verdad desengancharse. Por último, empezaría el proceso de desintoxicación de esta droga, que tiene la ventaja de no tener un componente fisiológico que tratar, y nos permite centrarnos en pensamientos, emociones y conductas, lo cual no es moco de pavo.

Por último, hay que tener especial cuidado nos encontramos en una época de formación de la personalidad, como es la adolescencia, en donde la probabilidad de engancharse a este tipo de redes sociales es mayor.

 

Jaime Marcos

@Jaimemarcosred

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