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Aprender a ganar y perder en el deporte

Cuando perdemos una competición es normal experimentar sentimientos y o emociones desagradables como la frustración, ira o tristeza, pero mediante una buena gestión de estas emociones podemos conseguir que no tengan un efecto negativo. En lugar de enfadarse con uno mismo por haber competido a un nivel inferior al esperado, o con otro compañero por no realizar bien su función, podemos optar por considerar la derrota como experiencia para fijarnos en los errores y poder progresar. Es la mejor manera de ganar, aprendiendo.

De esta manera, unos días después cuando hayan disminuido los sentimientos desagradables, estaremos en una mejor situación para valorar nuestros errores y aciertos anteriores, aprender de ellos y reflexionar sobre la manera de mejorar para que no vuelvan a suceder.

Aprender a ganar, aprender a perder

Una buena manera de realizar este ejercicio puede ser grabando el evento competitivo, para posteriormente poder observarse a uno mismo y pensar que cosas están bien hechas y cuales mal. Otra forma puede ser comentando con un entrenador o compañero de equipo, quién ha podido observar nuestro rendimiento y puede darnos su opinión desde un punto de vista diferente al nuestro. También podemos reflexionar solos si tenemos identificado el error y el objetivo de mejora, visualizando una meta y un camino que sea posible llevar a cabo para conseguirlo.

Otro momento importante en el que debemos saber gestionar estas emociones es en el momento que termina la competición, teniendo que saludar al rival dando la mano, la enhorabuena o como se realice en cada deporte en cuestión. Esto es un gesto de deportividad, y cuando uno se encuentra en la posición contraria agradece recibir ese gesto por parte del rival.

Aprender a perder en cualquier aspecto de la vida es de vital importancia, no solo en el deporte, pero saber ganar también tiene un gran peso en nuestra forma de comportarnos en diversas situaciones. Está bien alegrarse por uno mismo, un equipo o alguien externo, pero debe hacerse de una manera sana.

Obviamente ante estas situaciones nos gustará celebrar la victoria y mostrar nuestros sentimientos de felicidad y euforia, pero será aconsejable realizarlo desde el respeto hacia el rival, hay que celebrar nuestra victoria no la derrota del contrario. Lo primero es mostrar un gesto de deportividad, al igual que cuando se pierde, saludaremos al rival reconociendo su esfuerzo y rendimiento en la competición.

A los más pequeños les cuesta aprender esto, y en muchas ocasiones cuando ganan un partido o cualquier juego ante sus amigos muestran un comportamiento de chulería, restregándole la victoria al oponente haciéndole sentir inferior. Pero cuando uno mismo se ve en esa situación no nos sentimos nada bien, creando sentimientos de ira y frustración generados por el comportamiento de un tercero. Por eso mismo, buscaremos comportarnos hacia los demás como nos gusta que ellos se dirijan hacia nosotros.

Cuando se dan situaciones como estas, desde fuera, en lugar de observar a una persona que ha logrado un triunfo y está contenta por ello, la imagen que se percibe es de mala educación, falta de deportividad y de respeto mostrando un mal ganar. Ocurre lo contrario que esa persona desearía, en vez de escuchar halagos y felicitaciones por su rendimiento que le refuercen y probablemente aumenten su felicidad, la gente mirará con rechazo y pensamiento de que no se merece una enhorabuena debido a la falta de deportividad.

Por ello, no solo en el mundo del deporte, sino en todos los aspectos de la vida, debemos aprender tanto a ganar como a perder. Saber perder fomentará nuestro aprendizaje posterior y disminuirá sentimientos y pensamientos desagradables hacia uno mismo, y saber ganar mostrará a las personas que disponemos de habilidades sociales positivas, respeto y deportividad, por lo que recibiremos su refuerzo positivo hacia nuestro rendimiento, haciéndonos sentir mejor y agradecidos ante ello.

Por Sergio Palomo Rumschisky

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