The Butterfly Circus o El Circo de las Mariposas es un cortometraje del 2009 dirigido por Joshua Weigel sobre la superación personal. La película se desarrolla a través de la metamorfosis de las mariposas. Cada uno de los integrantes del circo es una mariposa, que no era más que una oruga antes de llegar allí. En este símil, el circo se convierte en un capullo algo particular, en el que cada ser ordinario se vuelve extraordinario. Veintidós minutos en los que se muestra el proceso que sigue Will, un hombre sin extremidades, desde que comienza su metamorfosis hasta que la termina, bajo la filosofía: “tú puedes hacer lo que quieras”. Cortometraje recomendable para todos los públicos, con el que vivir una experiencia o aprendizaje vital.
Ahora permitirme un pequeño matiz a dicha filosofía: tú puedes hacer lo que creas. Esta película me motivó a hablar de la superación de límites. Pero todo límite parte de una base: la creencia.
Toda meta alcanzable está sujeta a la realidad: por mucho que nos lo propusiéramos no conseguiríamos abrir los brazos y volar como un pájaro. Pero esto no tiene por qué constituir un límite: no podemos saltar y alzar el vuelo, pero sí subirnos a una avioneta. Así que corrijo, toda creencia realizable debe estar sustentada en las posibilidades del hombre. Pero las posibilidades del ser humano, que partió de sostenerse sobre sus dos extremidades inferiores hasta llegar a crear la sociedad que conocemos hoy en día, me atrevería a decir que son infinitas.
Por ello, dejando a un la parte más racional, quisiera hablar de la superación desde la parte subjetiva, “mágica” que poseen las creencias. Esa que, sin saber del todo definir, considero que lleva al hombre a conseguir cosas extraordinarias. Ahora mismo, y sin olvidar que debemos dejar un pie en la tierra, subid conmigo a las nubes.
No importa lo alto que sea el muro con el que choquemos, si creemos, saltaremos más alto que él.
El Circo de las Mariposas
La vida de las personas se acompaña de momentos difíciles, críticos, obstáculos, etc., que implican un esfuerzo para superarlos y seguir adelante. La superación de estas situaciones, a las que llamaré límites, depende en gran medida de dónde la persona colocó su representación mental de las mismas. Mi reflexión es la siguiente: Podrás llegar tan alto como te permita el techo que te construyas.
En base a esto y sin obviar la existencia de grises, distingo dos tipos de personas: aquellas que se colocaron la representación encima de su cabeza y aquellas que la engancharon a una nube. La falta de confianza, de fe, de ilusión, colocará el techo encima de tu hueso parietal. Sin embargo, a medida que poseas estas cualidades (creencias), irás empujando ese techo hacia arriba. Tú eres tus propios límites, así que es decisión tuya aspirar alto. No te creas mediocre, no te creas que ser diferente, que estar frenado o que caer numerosas veces es algo malo. Cree que puedes llegar más lejos que todo ello, haz de tus límites una ventaja.
- “Son increíbles, pero tú… Maldito desde que naciste. “Un hombre, si es que se le puede llamar eso… a quien el mismo Dios le dio la espalda””.
- “Basta. ¿Por qué dices eso?”
- “Porque tú mismo lo crees… Pero si tan solo pudieras ver la belleza que puede venir de las cenizas”.
- “Pero son diferentes a mí”
- “Sí, tú tienes una ventaja. Mientras mayor es la lucha, más glorioso es el triunfo”.
(El Señor Méndez, director del circo de las mariposas, hablando con Will, “el hombre sin extremidades” sobre lo que yo quiero denominar el secreto de los límites).
Hay numerosos ejemplos en la en la realidad que demuestran esta clave para el éxito. Existen millones de personas que presentan alguna deficiencia mental o física, algún rasgo que la sociedad considera negativo, algún tipo de enfermedad, una situación crítica en su vida y que cada día se saltan las normas socialmente creadas ante estas limitaciones, para cumplir objetivos muy altos. Y lo mejor de todo es que, al olvidarse del mundo y subirse a su nube, lo consiguen. Esta nube es precisamente lo que le muestra el señor Méndez en el anterior fragmento a Will.
Y es la nube a la que os invité al inicio de este texto. Está hecha de sueños, de fe, de confianza, de ilusión; yo la llamo Marta. Pero cada uno de vosotros puede ponerle su nombre, puesto que si habéis sido capaces de llegar hasta aquí con ella y comprender mi mensaje, ya sois sus dueños.
Aceptad esta experiencia como un regalo, y cuando aparezcan los limites en vuestra cabeza, enganchaos a la nube. ¡Nos vemos arriba!
Por Marta Bueno.