Los padres son un miembro más de las escuelas de fútbol y especialmente cuando los niños son pequeños, los padres se involucran tanto como ellos en el deporte. Se encargan de llevar a los hijos a los entrenamientos, se quedan para verlos, se levantan pronto el fin de semana para llevarles a los partidos y les animan y acompañan en sus logros y derrotas.
Tal vez en alguna ocasión hayas ido a ver a tu hijo a un partido y te has encontrado con un padre de tu propio equipo o del contrario que se presenta muy nervioso, no para de gritar y de dar órdenes. Habrás pensado si ese comportamiento realmente ayuda a los jugadores o, por el contrario, no es recomendable. Lo cierto es que si bien todos los padres se comportan con la mejor intención y su deseo es animar a los jugadores y ganar si es posible, dichas conductas comentadas son contraproducentes para los hijos.
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¿Cómo influye en los deportistas una mala actitud de los padres?
Imagina que el entrenador planifica una estrategia para el partido y la comenta a los jugadores previamente al inicio de este y, además, el entrenador da pautas a los jugadores en el transcurso del partido. Por otro lado, imagina que los padres comienzan a expresar sus propios métodos para ganar. El niño puede llegar a saturarse debido al excesivo barullo que hay en el campo causado por los gritos, los aplausos, la gente hablando, el ruido de la calle… y debido a la presión que pueden sentir los hijos cuando sus padres, que para ellos son sus referentes, les corrigen o les gritan. En ese momento, es probable que el jugador se paralice, sin ser capaz de pensar objetivamente y realizar correctamente sus acciones.
Ante su bajo rendimiento, el entrenador se ve obligado a cambiar al jugador y sentarlo en el banquillo lo cual puede aumentar la frustración que siente el jugador debido a que no logra resultados positivos e incluso, puede provocar que tanto los padres del deportista como el mismo, sientan rabia o enfado hacia el entrenador por sacarle del juego.
Por tanto, ¿no crees que lo mejor es que los padres se mantengan al margen? Todos queremos ganar, pero, lo mejor es que sea el entrenador el que planifique las jugadas para dicho objetivo y que los padres animen a sus hijos y se diviertan desde el respeto, la humildad y la calma.
Por Lucía Gili Pozo