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4 pasos para hacer uso de la visualización en la práctica deportiva

La visualización o práctica mental es algo muy familiar para los atletas. Muchos de ellos emplean esta herramienta para mejorar sus conocimientos y la ejecución de sus habilidades deportivas. La imaginación nos permite viajar sin movernos; gracias a ella podemos recrear el pasado o imaginar estados futuros.

Sin embargo, sus funciones son mucho más variadas. ¿Sabías que también puede ser una gran herramienta para mejorar nuestro rendimiento y bienestar? Hacer uso de la imaginación en el deporte supone que, a medida que se aprende a controlar la imaginación, nuestros músculos también adquieren mayor control.

Influencia de la visualización en el rendimiento deportivo

Muchos atletas se valen de la imaginación para mejorar su rendimiento. Por ejemplo, Jack Nicklaus, considerado por muchos como uno de los mejores golfistas de la historia,  afirma que un buen golpe en el golf deriva de la combinación de un 10% de impulso, un 40% de posición corporal correcta y un 50% de la imagen mental acerca de cómo debe darse a la pelota. Jack está haciendo referencia a la visualización.

La visualización consiste en imaginar una secuencia de hechos para describir e imaginar que están teniendo lugar al ritmo con que deben llevarse a cabo. La práctica mental implica experimentarlo todo, cualquier aspecto y dimensión, en una experiencia total. Lo importante es aprender a incluir todas las dimensiones implicadas en la situación e incorporar todos nuestros sentidos a experimentar la actuación a través de los ojos de nuestra mente.

¿Cómo podríamos emplear está técnica en nuestro ámbito deportivo?

Antes de aplicar esta técnica es importante comprobar nuestra capacidad de imaginación. Si tenemos esta habilidad bien desarrollada podríamos comenzar con su aplicación, de lo contrario, deberíamos entrenar en imaginación. El objetivo que perseguimos es que el deportista pueda emplear esta técnica como herramienta para mejorar su rendimiento o destreza en alguna habilidad (e incluso que las pueda emplear en situaciones fuera del ámbito deportivo). Para ello, podríamos seguir los siguientes pasos:

1. Relajación y control de la imaginación

En primer lugar, es necesario mentalizarnos de que se trata de una técnica a la que tenemos que dedicar tiempo día a día, ya que solo así conseguiremos notar la mejoría. Primeramente, adoptaremos una posición en la que nos sintamos cómodos, eliminando cualquier tensión o rigidez, y cerraremos los ojos. A medida que nos vayamos relajando, centraremos la atención en nuestra respiración. También prestaremos atención a las sensaciones corporales como inhalar el aire y expulsarlo, y a la sensación de que nuestro cuerpo se muestra más relajado cada vez que respiramos. Posteriormente observaremos cualquier pensamiento que pasa por nuestra mente, procurando que fluya sin prestar atención al mismo. De nuevo nos esforzamos en orientar la atención hacia el ritmo respiratorio.             En este momento trataremos de abstraernos del punto en el que estamos, imaginándonos en nuestro lugar preferido (una playa, la montaña, su casa…), donde acudamos para encontrar la calma y la paz.

2. Control de la imagen y focalización de la atención en ella

Lo que perseguimos con este ejercicio es mejorar la capacidad de mantener la imagen en la mente y visualizarla con detalle. Para ello, podemos imaginarnos algún objeto de nuestra disciplina deportiva, como un balón, unas barras o incluso el zapato deportivo.  Podemos examinar mentalmente cada detalle del mismo, las marcas de su color, su desgaste… Es importante mantener la imagen de manera estática, es decir, no imaginarnos utilizando el objeto, sino simplemente observándolo. Si ocurre esto, trataremos de focalizar la atención de nuevo en el objeto.

3. Mejora de una habilidad

Aquí seleccionaremos una habilidad o técnica de nuestra disciplina que se esté intentando mejorar. Por ejemplo, el servicio en el caso de un tenista. Comenzaremos imaginándonos llevando a cabo esa actividad. Repetimos el ensayo mental, donde en cada ejecución mejoramos la destreza de ese servicio.

Podríamos emplear auto-instrucciones del tipo “desde tu posición, imagina a tu rival en el área de rebote, y céntrate en localizar el lugar dónde lanzar el servicio. Ve y percibe la forma en la que te preparas para lanzar, y hazlo hacia el punto deseado, coordina el movimiento de la raqueta y golpea hacia dicho punto. Comprueba que el servicio se ha dirigido hacia donde querías. Observa como la pelota regresa del campo rival, y cómo la devuelves tú”.

Es importante que el deportista imagine detalladamente la secuencia de los movimientos hasta que consiga finalizar el golpe, ya que así podrá verse practicando en imaginación y le será más fácil generalizarlo a la vida real.

4. Eliminación de errores

En este caso, podríamos imaginarnos llevando a cabo alguna actividad en la que hemos cometido errores. Para ello nos imaginaríamos practicando esa habilidad, pero sin error ninguno. Podemos practicar esto hasta que llevando a cabo el ejercicio mentalmente sin ninguna dificultad, y posteriormente lo podríamos ejecutar in vivo.

Además, podría ser de gran utilidad que el deportista fuese rellenando periódicamente autorregistros de los ensayos que ha ido haciendo y de cómo se siente (tanto física, como mental y emocionalmente), lo que le puede ayudar a ver los progresos que está realizando y los beneficios que aporta esta técnica, tanto a nivel emocional como de rendimiento.

Por Noelia Bermúdez

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