La sinestesia es una condición en la que los sentidos se entremezclan, y ocurre cuando una persona percibe algo través de uno de sus sentidos, y dicha percepción se acompaña de otra a través de un canal sensorial diferente. Así por ejemplo, un sinestésico puede oler colores, es decir, cada vez que vea el color azul experimentará también la sensación de oler un determinado aroma. También otro ejemplo sería, por ejemplo, al oír determinados sonidos, pueden ver determinados colores.
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Sinestesia: la capacidad para ver sonidos y saborear colores
La gente con sinestesia no suele saber que la posee, y suele ser a través de momentos fortuitos donde lo descubren. Es más, no son conscientes de que los demás no experimentan la realidad como ellos, al igual que las personas no sinestésicas tampoco tienen conciencia de que hay quien que puede percibir el mundo con cualidades sensoriales añadidas.
Este fenómeno fue descubierto por Gustav Fechner en 1871. Más tarde, Ramachandran y Hubbard propusieron que la sinestesia podría deberse a un error en la poda neuronal en nuestra infancia, siendo entonces la sinestesia un exceso de conexiones neuronales en el cerebro. Si la poda neuronal no se completa debidamente, es probable que no se haya acabado con ciertas áreas adyacentes y se produce un cruce de cables en esas dos áreas: la que procesa la forma de los números y la que se ocupa de los colores, por ejemplo.
Se ha descubierto que la sinestesia tiene un componente hereditario, así que es probable que en una misma familia haya varios sinestésicos. En cuanto a la incidencia, no hay datos claros, pero se puede estimar que una de cada 2.000 personas posee este fenómeno. Lo cierto es que se han descubierto 60 tipos de sinestesia, siendo la más destacada la relación entre colores y letras o números (asociar, por ejemplo, el número 5 o la letra A al color amarillo).
En definitiva, la sinestesia es un fenómeno que aún se está investigando, aunque podemos ver que es un tema amplio. Podemos decir la sinestesia otorga a la persona poseer unos sentidos que no tienen fronteras, abriendo así un camino con múltiples perspectivas de nuestro mundo.
Por Ambra Manolache