El nacimiento de Internet en los años setenta ha desembocado en una revolución tecnológica que cuenta con un 64,3% de españoles que utilizan Internet y las Redes Sociales a diario y aproximadamente un 44% de la población mundial. Factores como la creación de un espacio donde poder compartir información con el resto del mundo, los mensajes instantáneos, la búsqueda de pareja y la rapidez con la que es posible establecer comunicación con personas al otro lado del mundo juegan un papel esencial en el vínculo creciente entre Internet y la conducta social.
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La influencia de Internet en la mente humana
Este auge tecnológico también ha llegado al ámbito de la publicidad, el llamado Neuromarketing, donde los medios y las marcas han encontrado una forma innovadora de llegar al consumidor y captar la atención de multitud de personas a través de la influencia de personajes públicos, lo que ahora se denomina “influencers”. Estas personas poseen la capacidad de influir activamente en un determinado colectivo y modificar sus opiniones, además de admirar a ese personaje y seguir sus pasos de manera incondicional (Pérez y Campillo, 2016).
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El ser humano es un animal social que necesita de personas y cultura para ser individuo. Previo al surgimiento de internet, la interacción directa y recíproca era la forma de establecer contactos y aumentar las redes sociales, sin embargo, tras la revolución tecnológica, las redes sociales constituyeron en sí mismas un ente que ha acabado como un medio para ejercer esa función de aumento y refuerzo de contactos. Actualmente, la mayor parte de comunicación entre personas conocidas se hace a través de internet.
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Por otro lado, existen inconvenientes, mayormente por el poder alienante de herramientas como Facebook, Twitter, Instagram o Whatsapp que esclavizan a las personas al servicio de recibir cualquier respuesta que indique que están en contacto con otros. Existen ya muchos estudios acerca de las adicciones a las redes. Algunos colocan el componente adictivo en la inmediatez y facilidad de realizar varias actividades simultáneamente, otros ponen el foco en el fenómeno del “miedo a perderse algo”, incluso ya existen signos y síntomas de miedo, preocupación o ansiedad por estar desconectados a eventos o experiencias del entorno social. Cuadros como “el miedo a perderse algo” o “fear of missing out”, la ansiedad por desconexión y la nomofobia (miedo concretamente relacionado con el móvil) son consecuencias directas de este auge tecnológico.
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¿Cómo influyen las Redes Sociales en nuestro día a día?
En el caso particular de Facebook, que es la red social por excelencia, fue creada para compartir información entre los estudiantes de las universidades con más prestigio de Estados Unidos. Esta plataforma permite a sus usuarios compartir experiencias de sus vidas con todos sus contactos, además de poder compartir fotos, videos y seguir a personas o páginas que sean de su interés. Teniendo en cuenta que el ser humano es un animal social, se ha estudiado cómo afecta el uso diario de Facebook a la psicología de los individuos. Se ha encontrado que aquellas personas que están más conectados o enganchados a esta plataforma, tienen mayor probabilidad de escoger productos (comprar productos) que se parezcan a las opciones que hayan elegido sus contactos.
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Esto se relaciona íntimamente con la búsqueda de reconocimiento y aprobación de las personas con las que uno está conectado, y de ello se deriva esta plataforma como una manera de construir una imagen de uno mismo con una percepción positiva por parte de los otros. A su vez, esa imagen que los demás proyectan sobre quien es dicha persona, constituye poco a poco la identidad de una persona. Sobre ello, también se ha realizado un estudio que indica la existencia de un doble juego, detrás del uso de Facebook, que afecta a dicha construcción de identidad. Por un lado, las personas buscan ocultar sus vulnerabilidades de manera que evitarán publicar información que dé a entender eso, pero por otro lado, las personas tienen el deseo de ser reconocidos como diferentes a los otros.
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Otros autores defienden que Facebook afecta a la autoestima y a la visión de uno mismo, mientras que otros dicen que ayuda a reforzarla y aumentarla. Esto se debe a que se descubrió una relación significativa entre una elevada actividad a la hora de subir fotos y una baja satisfacción con la imagen corporal y el deseo de estar delgado/a.
Todo ello deja claro, que como todo en la vida, es cuestión de encontrar un equilibrio en el uso cotidiano de las redes sociales. Los efectos del uso de internet pueden ser desde ansiedad hasta la pérdida de la identidad hasta un refuerzo de autoestima y una fuente de reforzamiento. Por ello, internet no es algo malo, sino que depende de como se utilice.
Por Andrea Elena Cabello Urquiola