Últimamente los deportes de riesgo han conseguido más seguidores que en otro tipo de deportes y encontramos mayor número de deportistas a los que les enganchan los subidones de adrenalina. Estos se exponen a situaciones de alto riesgo a pesar de no conseguir recompensas de forma externa, ¿Qué es realmente lo que motiva a estos deportistas a llevar a cabo deportes tan arriesgados como la escalada?
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¿Qué tipo de personalidad tienen los deportistas que practican escalada?
En primer lugar cabe pensar en la personalidad de estos deportistas, considerándolos como buscadores de emociones y sensaciones y, como segunda posibilidad, se asume el riesgo de forma voluntaria, es decir, tratan de buscar objetivos más allá del riesgo al que se exponen ya puede ser el desafío que supone escalar, el disfrute del entorno en el que se desarrolla la actividad o el hecho de conseguir un alto nivel de concentración que en otras disciplinas es más difícil alcanzar.
En cuanto a la personalidad del escalador es importante resaltar las características de las sensaciones que se buscan ya sea una activación elevada, centrarse en el momento vivido o incluso emociones intensas. Todo esto da una oportunidad brillante a los escaladores a experimentar un estado de flujo que les motive, donde, según Csikszentmihalyi (1990), la persona se encuentra inmersa en la actividad, se pierde la noción del tiempo, desaparece la conciencia de uno mismo, se logra experimentar una gran satisfacción y se desarrollan de una mejor manera las destrezas y habilidades de cada uno. Además, algunos estudios destacan la motivación intrínseca como motor de esta actividad, que ocurre cuando se experimentan sensaciones agradables que da lugar a que se quiera continuar practicando la actividad, se obtienen emociones positivas, un mayor interés y por lo tanto una mayor satisfacción al practicar el deporte ya que se tiene un mayor flujo, es decir, una fluidez y sensación de unión con la actividad.
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Para la segunda posibilidad se han estudiado diferentes objetivos por los que los escaladores y escaladoras practican esta actividad, en este caso ajenos al riesgo. Encontramos la experiencia personal, la interacción social, la salud y la tranquilidad, también destacan en menor medida la imagen, la competición y el reconocimiento social. En diferentes estudios se le da importancia a la subcultura creada por los propios escaladores que les permite relacionarse en el entorno de la escalada proporcionando un “refugio social” alejado de la vida cotidiana y que les permite evadirse de la rutina.
Los escaladores presentan un perfil psicológico diferente al de deportistas más convencionales, donde el éxito deportivo no es el motor principal, lo que nos hace llegar a la conclusión de que realmente una mezcla entre las dos posibilidades vistas anteriormente dan como resultado a una práctica muy popular entre gente joven y no tan joven, el sentimiento de fluidez y de unión con la actividad, las expectativas de riesgo y junto a interacciones sociales de todos los tipos nos llevan a una receta imparable que cada vez consigue un mayor número de seguidores.
Por Pablo Pont Loriente