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Psicología del Autoengaño: cuando nuestro cerebro nos engaña

En muchas ocasiones hacemos una asociación entre el término economía y el mundo de las finanzas, pero sin irnos más lejos, vamos a llevar a este concepto al ámbito psicológico. El concepto que vamos a tratar en el artículo se denomina autoengaño, el cual es explicado por la “economía emocional” que presenta nuestro cerebro. Para conocer más acerca de este término, hablaremos sobre cómo se origina y de qué forma se presenta.

¿Para qué me engaña mi cerebro?

Nuestro cerebro nos engaña en muchas ocasiones aunque no seamos capaces de percibirlo. Por ejemplo, juega con nuestra percepción cuando tratamos de visualizar ilusiones ópticas. Lo que hace el cerebro en estos casos es realizar la interpretación más sencilla y comprensible, basándose en los conocimientos que tiene por lo que ha vivido.

Hay un sencillo motivo por el que el cerebro hace esto; el ahorro de energía (economía). Además de estar presente en las ilusiones ópticas, también lo hace en situaciones de nuestro día a día. Por ejemplo, si estamos dudando a la hora de continuar con nuestro puesto de trabajo o cambiar de empleo, tendemos a ser conservadores y preferiremos quedarnos con lo que tenemos, para evitar que tengamos una experiencia desagradable a nivel emocional.

¿Es malo el autoengaño?

La respuesta es NO. Como hemos dicho antes, el cerebro se rige por un principio de economía que hace que no perdamos tiempo cuestionando o analizando todo lo que captamos u observamos, ya que supondría un desgaste brutal para nuestro cerebro. El autoengaño puede llegar a ser “malo” si no somos capaces de encontrar un límite bien establecido entre el propio autoengaño y la realidad, ya que esto causaría que nuestras creencias se fueran fortaleciendo. Además, los pensamientos negativos al no ser cuestionados, se harían definitivos.

En conclusión, es de especial relevancia que nos conozcamos y seamos capaces de establecer nuestros límites acorde con nuestras capacidades personales. Cuando te conoces bien, sabes en qué te autoengañas y así podrás aprender a manejarlo.

Por Antonio Serrano

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