En esta jornada de Champions League, han predominado las sorpresas y las remontadas pero, si hay alguna que podemos destacar, es la victoria de la Juventus de Turín al Atlético de Madrid. Una gran demostración de actitud.
Y es que, con una renta de 2-0 en el Wanda Metropolitano, se veía cuesta arriba que los italianos pudieran dar la campanada, pues el atleti se caracteriza por dominar el juego defensivo, y cuenta con delanteros de primer nivel mundial que, de conseguir un gol en Turín, hubieran hecho virtualmente imposible la machada.
Por lo tanto, todos dábamos por sentado al atleti en el bombo de cuartos. Todos menos él.
La profecía autocumplida: actitud y superación
La profecía autocumplida es un fenómeno curioso. Hay personas que mantienen la estrategia de no anticipar consecuencias positivas porque, según ellas, así no te llevas una decepción si al final no tienes éxito. Por ejemplo, si tienes un examen, mejor pensar que vas a suspender. Si suspendes, ya te lo esperabas y, si apruebas, te llevas una alegría. Win to Win.
Sin embargo, esta motivación por evitar el fracaso puede hacernos permisivos con nuestro esfuerzo, ya que, ¿para qué me voy a esforzar, si no hay ningún objetivo al final del camino? Al final, un pensamiento pesimista u optimista, pone en marcha ciertos mecanismos destinados a cumplir nuestra expectativa.
Pensemos ahora en Cristiano Ronaldo. Desde la zona mixta de Madrid ya, reprobablemente desafiante, aseguraba que serían ellos quienes estarían en cuartos. Ciertas fuentes filtraron, antes del partido de marras, que Cristiano Ronaldo había prometido en sus círculos internos que la “juve” pasaría a cuartos con un “hat-trick” suyo. ¿Ve Cristiano el futuro? No, pero es un buen profeta.
Un buen profeta, en cuanto a la profecía autocumplida se refiere. Siendo serios, seguramente Cristiano piense en todos los partidos que va a marcar más goles que nadie, y que por supuesto su equipo va a ganarlo todo, y no siempre ocurre, valiendo la victoria de esta eliminatoria como una mera anécdota. No obstante, al hilo de la explicación anterior, una actitud positiva y una percepción alta de autoeficacia (lo buenos que nos creemos en según qué tarea), hace que seamos menos sensibles a la derrota, nos repongamos antes tras los errores, estemos más motivados para superar dificultades, entrenemos, estudiemos y nos preparemos mejor y, en última instancia, son todas estas conductas las que nos acercan al éxito. Sí, puede que nos llevemos muchos palos por el camino, pero al final, llegará la anécdota, el episodio que hará que todo haya merecido la pena, y nuestra profecía se habrá hecho realidad.
Cristiano Ronaldo: profeta en su tierra
Concretamente, el jugador sobre el que estamos construyendo esta reflexión, ha basado todo su éxito en este mecanismo. Abandonó un equipo campeón en 4 de las últimas 5 ediciones de la más prestigiosa competición a nivel de clubes y, mientras todos le daban por acabado una vez más, él a lo suyo, acaba resurgiendo de las cenizas. Puede que sea un portento físico y técnico, pero si ha logrado destacar por encima de otros grandes jugadores, a nivel individual y colectivo, ha sido gracias a una fe inquebrantable en él mismo. Si tiene los mismos balones de oro que quien es probablemente el mejor jugador de la historia, es porque cuando perdía 4-1, en su universo personal él seguía siendo mejor, y esas creencias potencian nuestras emociones y, sobre todo, nuestras conductas, modificando en última instancia incluso la realidad.
Habrá otros jugadores objetivamente mejores que él, y definitivamente, le sobran sus salidas de tono y faltas de respeto ocasionales, pero Cristiano Ronaldo no deja de asombrar por sus habilidades psicológicas… y precognitivas.
Por Jaime Marcos.