Hablar de intervención psicoeducativa supone abordar aquellas estrategias que nos permiten acompañar y optimizar los procesos de aprendizaje y de desarrollo evolutivo, favoreciendo la adquisición de habilidades de distinta índole que fortalecen el desempeño cognitivo, emocional y social de los niños.
Con el surgimiento de las terapias de tercera generación, emerge la oportunidad de incorporar algunas de estas técnicas al ámbito educativo, como es el caso del mindfulness. Mindfulness se traduce al español como atención o consciencia plena. Se trata de observar intencionadamente todos los fenómenos que aparecen en el campo de consciencia con una atención pura, sostenida y ecuánime, recordando recuperarla cada vez que la perdemos.
Beneficios del Mindfulness
Son varios los estudios que han analizado el impacto de programas de entrenamiento en mindfulness en medidas de crecimiento y autorrealización personal en población infantil y adolescente.
Los resultados que se van acumulando a este respecto coinciden en la eficacia de las técnicas de meditación en la intervención y mejora de los niveles de autoconcepto, autoestima, las habilidades sociales y en diversas variables personales (impulsividad, evitación experiencial, ansiedad social y estados de ánimo actuales). La conclusión más importante que podemos extraer de lo que numerosos autores van incorporando a la literatura es que el entrenamiento en mindfulness mejora el desempeño emocional, personal, cognitivo y académico.
Es por ello que, no pudiendo negar la evidencia acerca de la eficacia de las técnicas basadas en el entrenamiento en conciencia plena, ya contrastada en el ámbito de la psicología, donde se complementan otro tipo de intervenciones, sería interesante introducir estas prácticas también en el contexto de la intervención psicoeducativa, que pone su atención en los aspectos psicológicos del alumno, con técnicas que fomentan la autorrealización personal, la conciencia de los sentimientos propios y ajenos, la aceptación incondicional, etc. Los profesionales de la psicología debemos ser cómplices del cambio en la educación, que debe progresar hacia un interés por aspectos del mundo interno del alumno, pues son estos los que le permitirán ser eficaces en una sociedad en constante cambio. Debemos proveer a los alumnos de las herramientas necesarias para abordar la etapa educativa y, en general, su vida posterior a ella. Prepararles, no solo para afrontar un reto académico o laboral, sino el mundo en su totalidad. Esto no se puede hacer al margen de las relaciones interpersonales, que también se ven favorecidas por el entrenamiento en conciencia plena.
Por otro lado, se sabe que la práctica del mindfulness produce mejoras en la memoria de trabajo, la creatividad, la capacidad de concentración y la velocidad de reacción, relacionadas con los cambios neurobiológicos que se han constatado: efectos sobre la sustancia gris cerebral; efectos sobre la actividad eléctrica cerebral; sobre el procesamiento y, por tanto, sobre la estabilidad emocional; y sobre los sistemas inmune y endocrino. Esto supone otro argumento más para su inclusión en la vida de las personas de manera formal desde la infancia.
En definitiva, el mindfulness nos brinda una oportunidad para generar cambios permanentes en la psicología de la persona, potenciando y optimizando sus capacidades e instaurando valores de gran importancia para la vida y convivencia de las personas, mejorando el bienestar mental y físico y ayudando a gestionar mejor el estrés de la vida cotidiana.
Por Laura Carrillo