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Actualmente vivimos día a día sumergidos en las prisas, los plazos a cumplir, las obligaciones y responsabilidades, y lo curioso de ello es que el ser humano tiene una capacidad de adaptación tan extraordinaria que no interpretamos como amenazante o peligrosa esta realidad. El estrés del día a día se acumula y son las reacciones emocionales negativas ante los sucesos desagradables a los que nos enfrentamos por alcanzar aquello que necesitamos, lo que tiene un impacto acumulativo.

Lo ideal sería que muchas de las cosas que forman parte de nuestra sociedad y mundo en general, funcionasen con otros parámetros más sanos y adaptativos pero la realidad es otra, y a menos que luchemos día a día contra lo que no nos gusta sin conseguir nada a cambio, podemos poner en marcha estrategias para aceptar esa realidad tan ajustada a una agenda y así crear, buscar y encontrar momentos agradables que equilibren nuestra balanza emocional. Lo fundamental es que el papel en nuestro bienestar, a pesar de la demandas del medio, sea activo.

Aprender técnicas de relajación, salir a pasear, organizar actividades de ocio, tomar algo después del trabajo, crear un buen clima laboral, comer saludablemente, hacer algo de ejercicio y aprender a limitar el estrés que provoca el trabajo, un enfado o una mala noticia a un tiempo determinado y no todo el día, son buenas estrategias para reducir el malestar que desafortunadamente nos toca vivir.

¿Por qué son necesarias las vacaciones?

Para llevar una vida sana la planificación importa. No obstante, en espacios limitados de tiempo resulta beneficioso romper con las rutinas ya que nos ayudan a desconectar física y mentalmente.

Tener el manejo absoluto en las decisiones, planes y ritmos del día ayuda a la persona a sentir más autonomía, relajación y mejor estado de ánimo. Sin embargo, al estar sometidos a una presión diaria hay para quienes no resulta fácil desconectar.  Lo importante es sacarle la parte positiva a no hacer nada.

“Estoy de vacaciones” resulta un buen argumento para desconectar del móvil, los e-mails, las redes sociales… sin sentir ningún tipo de remordimiento, para dejarte llevar sin pensar la hora de finalizar, para reírte, descansar y hacer aquellas actividades y disfrutar de aquellas personas que tu vida cotidiana no te lo permiten.

Las vacaciones equivalen a despreocuparse y cuidarse y ¡recuerda! el último día de tus vacaciones no pienses en tu vuelta a la rutina si no en que aún te quedan 24 maravillosas horas para disfrutar de tu descanso.

¡Felices vacaciones!

Por Rocío Blanco

@psico_rociobg

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