Vivimos en un mundo cada vez más globalizado, donde los viajes hasta la otra punta del mundo se han vuelto casi algo cotidiano para muchas personas. Tal es así que antes de la pandemia en 2019 se registraron 11 millones de vuelos por todo el mundo. Ahora bien, como ocurre con muchos otros avances tecnológicos como las pantallas, nuestro organismo no está totalmente preparado para estos fenómenos, ya que, históricamente, el ser humano necesitaba incluso años para hacer un viaje que actualmente tarda menos de diez horas. Por ello, la evolución, que es un fenómeno que necesita millones de años, no ha contrarrestado todavía este famoso trastorno temporal del sueño llamado jet lag.
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¿Cuándo ocurre el jet lag y cuáles son su consecuencias?
El jet lag se produce cuando hacemos un viaje en avión que cruza varias zonas horarias, por tanto, cuanto mayor es el número de zonas horarias que crucemos peores serán los síntomas y aún peores si nos desplazamos hacia el este, aunque también serán mayores si volamos frecuentemente o si somos una persona mayor de 60 años aproximadamente. Estos síntomas suelen ser la fatiga, problemas estomacales, malestar, insomnio o excesiva somnolencia, cambios en el estado de ánimo y dificultades para mantenerse concentrados. En resumen, nuestro organismo se encuentra desubicado, lo que nos impide llevar a cabo nuestro día a día con la normalidad anterior al viaje. Por suerte, este trastorno es temporal y al cabo de unos pocos días nos habremos recuperado. Sin embargo, cuando se tratan de unas vacaciones de unos pocos días pueden arruinarnos la experiencia. Por ello, conocer sus síntomas nos ayuda a detectarlo pero también debemos pensar en cómo prevenirlo.
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¿Qué lo provoca y cómo prevenirlo?
La causa de este trastorno se encuentra en los ritmos circadianos que funcionan como nuestro reloj interno, el cual nos marca cuándo dormirnos y cuándo despertar. El problema ocurre cuando al pasar por varias zonas horarias rápidamente nuestro reloj se desincroniza y no modifica estas horas de sueño y vigilia al nuevo uso horario, al igual que ocurre con el hambre que también sufre un desfase. Además, juega un papel muy importante la melatonina, la cual nos ayuda a conciliar el sueño y se genera en ausencia de la luz del Sol.
Por ello, es importante que nos expongamos a toda la luz del Sol posible durante nuestro primer día en el nuevo destino, para que esto nos ayude a modificar nuestro ritmo circadiano, en especial las horas del amanecer si viajamos hacia el este y las horas del atardecer si viajamos hacia el oeste. También, existen otras recomendaciones como descansar bien el día antes de salir, dormirse solo cuando sea de noche en el destino, comer en el horario habitual del destino, estar bien hidratado durante todo el vuelo y si en el destino es de noche a la hora que empiezas tu viaje duerme en el avión. Todas estas recomendaciones ayudan a prevenir la aparición del jet lag, pero si aún así lo sufres, recuerda que no hay que alarmarse demasiado ya que es un trastorno temporal que solo durará unos pocos días y en seguida podrás seguir disfrutando plenamente de tus vacaciones o de la vuelta a la rutina.
Por Vicente Rodríguez Romero-Nivea