Deporte y salud están muy ligados ya que la práctica deportiva supone una mejora de la condición física proporcional a la cantidad y calidad del ejercicio que realizamos. A menudo, solemos leer artículos, o listas, sobre buenos hábitos alimenticios para los deportistas, tipos de ejercicios físicos más saludables e incluso alguna práctica mental que mejorará nuestra memoria, pero ¿cómo se pueden preparar mentalmente los jóvenes deportistas que se están formando para el deporte de alto rendimiento?
Una relación sana entre la mente y el cuerpo es fundamental para poder alcanzar el rendimiento deportivo óptimo. Factores mentales que influyen en el rendimiento del deportista, como la motivación, la autoconfianza, el control emocional y la concentración se pueden entrenar igual que la técnica de carrera o un simple control del balón. Según José María Buceta, la experiencia deportiva puede, bien manejada por el entrenador, ayudar a desarrollar un adecuado autoconcepto (opinión que uno tiene sobre sí mismo) y una buena autoestima (aprecio que uno tiene por sí mismo) y, de este modo, el joven logra ser más fuerte psicológicamente. En los adolescentes, el autoconcepto y la autoestima son valores que están en vías de construcción y que se van desarrollando como consecuencia de sus experiencias de éxito o fracaso en las parcelas que consideran relevantes para su vida, como por ejemplo, el deporte.
Además de esto, el joven tiene que tener claro que hace lo que le gusta y, sobre todo, que se divierte haciéndolo para así poder evitar una de las posibles causas más frecuentes del abandono.
¿Cómo podemos contribuir a la higiene mental del deportista?
Durante este proceso de desarrollo del joven, la labor de los padres es fundamental para que puedan ir tomando contacto con determinados factores internos y externos que se irán presentando a lo largo de esta etapa formativa. No es necesario que sepan gestionar la presión, simplemente con evitar incrementar dicha presión y dotar al joven de cierta autonomía puede ser suficiente para que el/ella la descubra y afronte de una manera más natural. Ayudarle a reconocer la labor de los formadores, entrenadores y resto de técnicos, enseñarle que el esfuerzo y la dedicación son más importantes que la victoria en sí misma o demostrar interés, entusiasmo y apoyo a sus hijos en el transcurso de sus etapas deportivas, contribuyen de manera muy positiva a la hora de desarrollar una buena higiene mental.
Esta higiene mental también se nutre de lo que se podría denominar buenos hábitos saludables. Ir adquiriendo conciencia de uno mismo y del autocontrol es tan importante como tener una rutina de sueño adecuada. Tener esa conciencia centrada al cien por cien en edades adolescentes no suele ser lo habitual, pero si que es importante pararse, aunque sea un pequeño instante, y analizar que estamos haciendo en ese momento. Como se suele decir, disfrutar de la experiencia.
Por Óscar Martínez Dávila.