Las redes sociales son un fenómeno de masas de magnitud y relevancia innegables; son usadas por todo tipo de personas, de todas las edades y sexos, para multitud de fines. Teniendo todo esto en mente, no debería sorprendernos que lleguen a afectar a tantísima gente: las redes sociales pueden conllevar con ellas ciertos aspectos negativos de los cuales muchos no somos conscientes.
- Artículo relacionado: ¿Cómo influyen las redes sociales en la creación o consolidación de los trastornos de la conducta alimentaria?
Influencia de las redes sociales en la salud mental
La salud mental es uno de los factores clave para el bienestar humano; sentirse agusto y en equilibrio con nuestro interior es imprescindible para desarrollarnos plenamente como personas, y esto es justo a lo que las redes sociales más afectan.
Existe un impulso dentro de cada persona que le obliga a compararse con los demás para así determinar su propio valor personal y social; esto se define como comparación social. En redes sociales como Instagram o Facebook, en donde predomina el subir contenido sobre uno mismo, la comparación social está a la orden del día. Todo ese contenido, en líneas generales, sobre lo bien que se lo está pasando la gente o lo feliz que es en este momento, produce que en la comparación se creen situaciones de insatisfacción: vemos a los demás en un estado de “felicidad”. Este sentimiento se acentúa mucho más cuando nos sentimos tristes o estamos pasando un mal momento.
Estas situaciones de “felicidad” son engañosas: nuestro cerebro nos hace creer que esa felicidad, de alguna forma, define el momento que vive la persona que sube la publicación a la red social, cuando, en realidad, dicha persona puede estar pasando un peor momento que nosotros. Esto nos afecta a todos. Elon Musk, una persona sobre la que podríamos pensar que debería tener una vida feliz debido a su situación económica y social, habló en el podcast de Joe Rogan sobre su negativa de usar Instagram. Según sus propias palabras, “la gente parece tener una vida mucho más completa de la que realmente tienen, parecen ser más atractivos de lo que realmente son y parecen ser más felices de lo que realmente son; si te comparas con ellos vas a sentir que todo el mundo es feliz mientras que tú no lo eres y vas a acabar pensando que estás haciendo algo mal cuando realmente todo es mentira”.
- Artículo relacionado: ¿Redes sociales o antisociales?
El uso de las redes sociales durante la adolescencia
Si a todo lo mencionado le sumamos que gran parte de los usuarios son menores de edad, vemos el poder de influencia negativa que puede llegar a tener. La adolescencia es una etapa crítica en el desarrollo personal, en la cual, la comparación, susceptibilidad y aceptación social alcanzan una mayor relevancia. Esto provoca que los sentimientos de infelicidad afloren si alguno de esos tres fenómenos se ve afectado de forma negativa por las redes sociales. De esta forma, podemos entender una parte de entre muchas de por qué cada vez son más comunes las enfermedades y los trastornos mentales en edades tan tempranas. Recordemos que el suicidio es la principal causa de muerte no natural en nuestro país, afectando a 11 personas cada día, y que aproximadamente el 21% de los niños y adolescentes españoles padecen algún tipo de enfermedad mental, cifras que nos colocan en el país europeo con mayor prevalencia de problemas de salud mental entre los menores.
Por último, se ha demostrado en varios estudios realizados a partir de 2019 que la red social Instagram provoca que un 32% de las chicas que la usan se sientan peor respecto a sí mismas, que el 6% de las estadounidenses atribuyan el deseo a suicidarse a Instagram o que 1 de cada 3 vean empeorada su imagen corporal por el mero hecho de usar esta plataforma.
- Artículo relacionado: Redes sociales: ventajas y desventajas psicosociales de la evolución de la tecnología
Educación emocional para el uso de redes sociales
Para concluir, quisiera dar mi opinión sobre lo que se podría hacer para reducir el impacto negativo de las redes. Lo más importante es educar en inteligencia emocional lo antes posible. De esta forma, conseguiríamos que los menores pudiesen entender y manejar sus propios sentimientos y la circunstancialidad de estos, sobreponerse a la comparación social y desarrollar conductas más saludables. Esto, sumado a un adecuado control parental y gubernamental mediante especialistas de la salud mental debería ser un buen inicio para atajar este creciente problema antes de que sea demasiado tarde.
Por Álvaro Bejarano Andrade