La música es un elemento comunicativo importantísimo de nuestra sociedad. Tanto es así que se tiene constancia de que ya en el año 3.000 a.C. existían instrumentos musicales. Algunas investigaciones muestran que los sentimientos que nos produce una pieza musical concreta no difieren demasiado de unas personas a otras, y estudios de neuroimagen nos ofrecen datos acerca de las regiones cerebrales que se estimulan al producir o consumir música; entre otras se encuentran zonas involucradas en la emoción, la sensación y la recompensa. Además cuando escuchamos música se liberan sustancias químicas, como la dopamina, la oxitocina y las endorfinas, lo que induce diferentes estados de ánimo.
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Influencia de la música en nuestras emociones
La asociación de sonidos y emociones nos permite reaccionar de acorde a la situación que estamos viviendo. Activa nuestras neuronas espejo, facilitando compartir las experiencias emocionales de la gente que nos rodea, y creando así lazos sociales.
Hay muchos elementos que pueden hacer que una pieza musical evoque una u otra emoción, como el timbre o el ritmo, pero uno de los más importantes es la escala en la que se encuadra la melodía. Por ejemplo, la escala jónica es más alegre, mientras que la escala eólica suena mucho más triste. Para ejemplificar esto podemos comparar dos de las canciones más emotivas, por un lado tenemos Don´t Stop Me Now de Queen, que Jacob Joliij, un neurocientífico cognitivo determinó en uno de sus estudios como la canción más alegre, y que efectivamente está en escala jónica. En contrapartida tenemos Gloomy Sunday, de Rezső Seress, una canción que carga con una leyenda sobre incitación al suicidio, y que ha sido utilizada en un sin fin de obras audiovisuales. Sea esto cierto o no, lo que es indiscutible es la tristeza que desprende, y que efectivamente está en escala eólica.
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3 claves para utilizar la música para regular nuestras emociones
Ahora bien, ¿cómo podemos utilizar la música para modular nuestras emociones? Es bastante sencillo aunque lleva tiempo y hay que tener paciencia. Podemos crear anclajes para tener un buen estado emocional, siguiendo tres pasos:
1. Para modificar emociones negativas
Cuando tengamos un estado de ánimo negativo que queramos modificar, tenemos que centrarnos en el estado al que queremos llegar. Es importante no pensar en frases formuladas en negativo, por ejemplo, si estamos tristes no debemos pensar “no quiero estar triste”, sino pensar “quiero estar alegre” (e igual con el resto de emociones). Esto se debe a que el cerebro no gestiona las frases negativas, si pensamos “no quiero pensar en arañas” es mucho más probable que nos imaginemos una araña, y con las emociones funciona de la misma manera.
2. Asociar la música a la emoción
En el momento en el que hemos focalizado la emoción a la que queremos llegar, tenemos que pensar en una canción que nos evoque esa emoción. Escuchamos la canción a la vez que recordamos con todo detalle un momento en el que nos estuviéramos sintiendo así (si el momento está ligado a la canción en sí mucho mejor, pero si no encontramos ninguna no pasa nada), cerramos los ojos y recreamos la escena en nuestra mente, intentando evadir los pensamientos negativos que nos vienen, y no dejamos de hacerlo hasta conseguir aliviar el estado de ánimo negativo.
3. Repetir el proceso hasta alcanzar el estado de ánimo deseado
Hay que repetir este proceso siempre que queramos pasar a ese estado de ánimo, y hay que tener mucha paciencia, pues no se consiguen resultados rápidamente. Con la práctica al final se acaba asociando la canción con el sentimiento positivo, y cuando la escuchemos nos hará falta hacer mucho menos trabajo de evocación para mejorar nuestro estado de ánimo.
Por Lupa Pérez Ruíz