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¿Cómo influyen las redes sociales en la creación o consolidación de los trastornos de la conducta alimentaria?

Llegaron a nuestras vidas para quedarse hace ya unos cuantos años, y se han convertido en una herramienta de uso diario para millones de personas.  Desde que se diseñaron, las redes sociales han creado controversia.

Entre los muchos argumentos a su favor nos encontraríamos la posibilidad de conectar personas que no necesariamente deben encontrarse en un mismo espacio físico, la comunicación instantánea, nuestra capacidad de compartir e incluso crear nuevos métodos y herramientas de trabajo.

Sin embargo, y para que exista controversia, también son muchos los argumentos en contra de este nuevo sistema de interacción, entre ellos, la pérdida de la intimidad, la desconexión de la realidad, la infoxicación (sobrecarga de información difícil de procesar), la suplantación de identidades, las adicciones y por último las comparaciones.

Relación entre las redes sociales y los trastornos de la conducta alimentaria

El promedio mundial de tiempo diario dedicado a las redes sociales es de 2 horas y 24 minutos (Digital 2020). Las favoritas en este campo son Facebook e Instagram, pero… ¿Cómo nos está afectando a nivel psicológico el uso de las redes sociales diariamente? ¿Existe alguna relación entre los trastornos de la conducta alimentaria y el uso de las redes sociales?

Desde que coges el teléfono por la mañana hasta que te acuestas, estás sometido a un gran bombardeo de información y, desde las redes sociales, un gran bombardeo de imágenes, filtros, likes, comentarios, interacciones, seguidores…

Éstas, constituyen un nuevo sistema que, además de ser un espacio de entretenimiento y comunicación, nos ofrece la posibilidad de expresar emociones y de crear una presentación de nosotros mismos, real o modificada, para los demás.

En estas redes, la imagen personal se basa en una mera apariencia física, que vendrá evaluada por los demás por medio de comentarios y “me gustas” en las fotos, o seguidores en las cuentas.

Esta evaluación social será tan influyente para nosotros que podría llegar a afectar al concepto que tenemos sobre nuestra imagen corporal, ya que ésta es la comparación que se produce entre lo que somos en realidad y el ideal que tenemos o lo que desearíamos ser.

Podríamos deducir entonces, que en medio de este mundo virtual se encuentra un sistema de recompensa, en el cual nuestro comportamiento se modificaría adaptándose a lo que la sociedad espera. De esta manera, si viésemos que nuestra última publicación ha obtenido muchos “me gusta”, probablemente reforzaríamos ese comportamiento y subiríamos más fotografías o vídeos en esa misma línea. Sin embargo, si nuestra publicación apenas recibiese “me gusta”, nos plantearíamos qué es lo que no está funcionando bien y, por tanto, deberíamos cambiarlo.

Influencers y comparación social

Las redes sociales hacen que nuestros ideales y nuestras imágenes corporales cambien en base a ese sistema de autoevaluación y también a los denominados “influencers”.

Un “influencer”, por definición, será una persona que destaca en una red social u otro canal de comunicación y expresa opiniones sobre un tema concreto, que ejerce una gran influencia sobre muchas personas que la conocen (Oxford Language).

Siguiendo diferentes teorías de la comparación social, como la teoría de Festinger, que propone que nos comparamos con los demás para evaluarnos a nosotros mismos, entenderíamos que en este sistema virtual en el que se sitúan las redes sociales, el mecanismo de comparación nos va a ayudar a construir nuestra autoestima. De esta manera, si yo me sitúo en una situación de superioridad aumentará mi autoestima, mientras que, si yo me sitúo en una situación de inferioridad, mi autoestima disminuirá.

¿Qué sucede cuando nuestra autoestima está dañada? ¿Cuándo los cánones de belleza de las redes sociales con sus cuerpos fitness y sus dietas perfectas no se ajustan a lo que mi cuerpo tiene o lo que mi cuerpo necesita? ¿De qué manera pueden influir las redes sociales en la creación o mantenimiento de los trastornos de la conducta alimentaria?

Un estudio de la facultad de Ciencias Sociales de la universidad de Malasia con jóvenes universitarios usuarios de Instagram, descubrió que la exposición constante a fotografías tiene un impacto adverso en la imagen corporal, que conduce a una insatisfacción corporal derivada de los mecanismos de comparación social.

Basándonos en este problema de insatisfacción corporal, no nos extrañaría encontrar personas que, en presencia de predisposiciones genéticas y biológicas a los trastornos de la conducta alimentaria, y expuestas a los altos ideales de las redes sociales, generasen con mayor probabilidad en base a su débil autoestima, un problema relacionado con la Vigorexia, Ortorexia, Anorexia o Bulimia nerviosa.

¿De qué manera puede Instagram estar favoreciendo la creación y mantenimiento de los trastornos de la conducta alimentaria?

Ante esta gran pregunta, me gustaría presentaros dos “hashtag” #ANA y #MIA alias de Anorexia y Bulimia, una etiqueta terriblemente utilizada en las redes sociales para la apología de estos trastornos que, a pesar de ser ya conocida, todavía no ha sido sancionada y/o eliminada.

Ana y Mia son dos personajes, dos “princesas” con las que personas con Anorexia y Bulimia se comunican entre ellas para compartir estrategias de mantenimiento y creación de objetivos y metas relativas al trastorno, realmente insostenibles. Si te propones indagar en este campo no te será difícil llegar a técnicas de evitación de la ingesta de alimentos, técnicas para facilitar vómitos, para bajar peso de formas insanas e incluso para engañar a médicos y evitar los ingresos.

Se trata de grupos de apoyo, en el que jóvenes de distintos lugares del mundo, se unen con un objetivo común, entrar dentro de los cánones establecidos, llegar al peso “ideal” y obtener esa satisfacción personal que se les ha “robado”.

¿Es o no es éste un campo a trabajar cómo actores políticos? ¿Se debería poner filtro a la libertad de expresión? Este tipo de cuestiones forman parte de otro debate.

Por Rosalía González Blanco

@rosaliagb3

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