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Consecuencias de la cibersexualidad en la adolescencia

Apenas comenzando el 2018, deberíamos saber que vivimos en el ciberespacio. Hace mucho tiempo que quedaron atrás aquellos primeros móviles y ordenadores que suponían el salto al futuro. Ahora tenemos ordenadores en formato bolsillo que compramos, bien bajo el nombre de smarthphone, sustituyendo a los móviles porque son ordenadores que además saben llamar; o el de tablet, también muy cómodos de transportar, suponiendo la última versión del ordenador portátil, al cuál le han quitado el teclado y le han dotado de pantalla táctil.

Estos inventos han supuesto para nuestra sociedad una puerta instantánea a la ciberrealidad, puerta que se ha ido extendiendo por la mayoría de las familias y casas. Nos estamos acostumbrando a trabajar a través de una pantalla, hablar a través de una pantalla, andar por la calle mirando una pantalla, pantalla que a su vez, nos abre un nuevo mundo.

Esta es la sociedad en la que han crecido las nuevas generaciones de adolescentes, preadolescentes y los más pequeños. Cada vez es más común que niños de 6-7 años tengan acceso al móvil de sus padres o la tablet para jugar a juegos que implican el uso de internet. Según van creciendo, adquieren sus propias tablets o smatphones, pero estas quedan muy lejos de lo que fue mi primer móvil. Yo recuerdo que a mis 13 años mi madre me dejó un móvil suyo antiguo, mi primer teléfono, que solo llamaba y tenía politonos. Ahora los niños a partir de los 11-12 años reciben una mini-llave para esa puerta a nuestra nueva forma de vida. Una forma de vida en la que se han criado, pero en la que, para afrontar un gran número de situaciones, aún no son suficientemente maduros o no están preparados.

Una de esas situaciones peliagudas es el mundo del sexo, presente en el ciberespacio. El sexo es un campo que a día de hoy, no debería suponer un tabú pero sin embargo, es desconocido para los más pequeños y para sus niveles cognitivos, los cuales aún no están suficientemente preparados para asimilar esta gran cantidad de información que, queriendo o sin querer, obtienen a través de sus pequeños ordenadores: anuncios spam, secciones en páginas web, imágenes por cualquier tipo de búsqueda en Google, etc., y muchas otras opciones, que pueden meter a los niños en el mundo de la pornografía sin necesidad de que ellos entren directamente en una página concreta. Esta situación es cada día más común y puede suponer para ellos una fuente de influencias de dudosa productividad.

Me gustaría diferenciar dos grupos de edad en la población de la que estamos hablando, para diferenciar dos diferentes situaciones y dos posibles estrategias que pueden ejecutarse:

Adolescencia: el final de la infancia y el inicio de la edad adulta

En esta etapa del desarrollo, los jóvenes se encuentran en pleno apogeo hormonal, empiezan a descubrir cambios en su cuerpo, diferentes intereses, sensaciones, curiosidades, que pueden servir de justificación para la búsqueda o interés por este tipo de contenidos en Internet. Tienen curiosidad por saber y vergüenza para admitir, preguntar o para hablar del tema.

Pero, ¿hasta qué punto influye que un adolescente que empieza a descubrir su mundo sexual, se alimente a propósito o sin querer de vídeos pornográficos? ¿Qué podría suceder si estos vídeos fuesen agresivos, violentos, si implicasen agresiones sexuales? ¿Qué tipo de sensibilización o habituación se produce en estos chavales?

Es importante tener en cuenta que esta situación puede influir en una inadecuada educación sexual, que puede derivar en diversas prácticas de riesgo como los embarazos no deseados, contagios de ETS, ciberacoso y/o incluso violencia sexual. Mi recomendación en este caso sería tener presente el mundo en el que viven nuestros hijos y saber aprovecharse de ello. No hay que convertir la situación en tabú o algo trágico, no hay que prohibir ni negar, sino aceptar y adaptarse a ella. Sería recomendable adelantarse a este escenario, iniciando a nuestros hijos en una adecuada educación sexual al llegar a estas edades tan conflictivas entre cuerpo y sexualidad. Hacerlo de una manera no intrusiva, respetando su intimidad y sin obligación, acercarnos a ellos de manera natural y abierta para que vean la ayuda que estamos dispuestos a otorgarles. Hacerles conscientes de las ventajas y peligros que pueden derivarse del mundo del sexo, para que cuando se enfrenten a estos contenidos, puedan analizarlos y emplearlos de una manera responsable.

Preadolescencia: el paso de la niñez a la adolescencia

Estos niños juegan por internet, saben hacer uso de estos aparatos como si hubiesen nacido con ellos pegados al brazo, pero al contrario de la etapa anterior, a estas edades, sobre todo en el caso de los menores de 10 años, aún pueden no contar con un desarrollo cognitivo suficiente para comprender esas imágenes más allá de lo que ven y esto puede crearles confusiones, dudas y una gran cantidad de situaciones incómodas e incluso peligrosas.

Los niños deberían mantener su infancia hasta que su cerebro estuviese capacitado biológicamente para comprender los significados subjetivos de este tipo de contenidos. Antes de ese momento, debería permitírseles ser niños, tratando de evitar que se encuentren con un tema tan controvertido como el sexo, de estas formas accidentales que pueden resultar tan violentas. Por suerte, para prevenir su aparición existen en la actualidad, una serie de programas familiares que filtran este tipo de contenidos de internet, permitiendo a los más pequeños de la casa un manejo del ciberespacio sin riesgos para sus juegos y primeras búsquedas, que protege su inocencia y no les obliga a enfrentarse a este tipo de aspectos para los que todavía no estén preparados.

Por Marta Bueno

@martabb_94

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