Uno de los medios de ocio que más proliferan en la actualidad es la industria de los videojuegos. Las ventas superan con creces alternativas como la música o el cine (por ejemplo, la industria de los videojuegos espera recaudar 100.000 millones de dólares, mientras que Hollywood “solo” unos 10.800). Lo limitada que está la piratería en este contexto, la facilitación del acceso cada vez de más maneras (internet, smartphone…) y la inclusión, cada vez más, de personalidades famosas (Mark Hamill, Megann Fox, Kristen Bell, Ellen Page o Willem Dafoe, por citar algunos) está convirtiendo este sector en la gallina de los huevos de oro.
Siendo un fenómeno que no deja de ser novedoso y atractivo, sobre todo, para el público infantil/juvenil, es normal que padres, políticos, médicos y demás ciudadanos concienciados se pregunten si esta forma de pasar el tiempo es saludable para el consumidor.
Beneficios: En principio, los beneficios de los videojuegos desde el punto de vista psicológico son prácticamente ilimitados. Sobre todo, implican el entrenamiento en antención-concentración (sin ir más lejos, el tetris o el snake) y toma de decisiones (RPG).
Además, están los tipo brain training que, como su propio nombre indica, ayudan a entrenar las capacidades cognitivas en general. Existen también juegos específicos para ayudar a mejorar la dislexia, el TDH, trabajando directamente con ello.
Por último, hay estudios que avalan que los videojuegos, indirectamente, reducen la ansiedad, enseñan a seguir adelante tras los errores, promueven conductas alimentarias saludables, socializan, fomentan la creatividad, la capacidad de aprendizaje, la cooperación (en juegos multijugador) y, en definitiva, la salud. Estos estudios han sido incluso apoyados por la Asociación Americana de Psicología (APA).
Riesgos: En la otra cara de la moneda, están las adicciones y la ludopatía (algunos son extremadamente adictivos por el sistema de premios que incorporan), la impulsividad, irritabilidad… hay expertos que opinan que el hecho de mantener una actitud activa en videojuegos violentos es muy negativo para el aprendizaje de los niños (en comparación del cine o la televisión donde la actitud es pasiva).
¿Quién tiene razón? ¿Jugamos a videojuegos para optimizar todas nuestras capacidades psicológicas? ¿Los evitamos para no volvernos violentos? ¿Depende del videojuego? ¿De la persona?
Conclusión: Como en casi todo, la respuesta está en la gestión que cada uno de la información que recibe. Igual que el deporte o la música, jugar a videojuegos puede aportar beneficios sólo si se practica de forma adecuada. En el caso de niños, es recomendable que los padres efectúen una suerte de co-visionado con ellos, ayudándoles a relativizar y contextualizar toda la información que pudiera generar un conflicto en su aprendizaje (violenta, sexual, prejuicios y estereotipos sociales…) Evidentemente, habrá videojuegos que tengan más cantidad de esta información (como podría ser el GTA) y usuarios con más vulnerables a ella (impulsivos, ansiosos, depresivos…).
Por ello, os animamos a optimizar todos los recursos que pueden aportar los videojuegos, así como los que pueden aportar cualquier otra actividad, informándoos y, en su caso, contactando con especialistas.
Jaime Marcos