Desde hace ya más tiempo del que a muchos nos gustaría, se está cuestionando duramente el estado de forma del capitán de la Selección Española de Fútbol y del Real Madrid C.F., Iker Casillas. Más allá de si estas críticas son justas o injustas, parciales o imparciales, mayoritarias o localizadas, vamos a intentar examinar los posibles efectos psicológicos que esta situación pudiera tener en un jugador de fútbol.
Vaya por delante que este es un artículo meramente educativo, independiente de fuentes relacionadas con Iker Casillas. Nos reconocemos completamente ignorantes del estado real del jugador y, simplemente, utilizamos su caso, por conocido, para ilustrar ciertos fenómenos que pueden darse en situaciones similares.
La presión siempre va a existir en deporte de alto rendimiento. Es utópico el poder limitarla o evitar que los jugadores sientan presión, más aún los que están sujetos a la opinión pública de forma tan evidente como Iker. Así, podemos pensar que debe doler que un sector de tu afición te dedique abucheos y pitos cada vez que tocas el balón, sin oportunidad de redención, por lo que la presión se maximiza (¿qué pasará si encima fallo?). Lo que sí que está en nuestra mano es gestionar esa presión, utilizarla incluso en nuestro favor.
Jugadores de esta talla probablemente hayan desarrollado con los años los recursos necesarios para administrar la presión, pero no está de más recordar que podemos avanzar mucho si dotamos de herramientas a nuestros deportistas desde las categorías inferiores. Un exceso de presión nos puede llevar a síntomas como estrés, desmotivación y, en última instancia, abandono.
Puede hacerse difícil mantener una alta motivación en esta situación. La prensa te cuestiona, parte de tu afición no te valora y lo que te puede aportar el continuar en tu club (dinero, títulos…) lo tienes más que cubierto. A veces podemos recorrer gran parte del camino cambiando estas percepciones (lo cual no es tan fácil como suena). Por ejemplo: la prensa también ha cuestionado a los jugadores más grandes, la mayor parte de mi afición me vitorea y defiende y siempre hay nuevos retos y objetivos que conseguir.
Respecto a este último punto, es importante marcarnos objetivos nuevos y atrayentes para mantener una alta motivación. Conseguir cuatro Champions League, batir récords de partidos jugados, etc. Pueden ser ejemplos en este caso. La mayoría de deportistas no necesitan ser tan creativos en este punto. Para alcanzar esos objetivos, es recomendable establecer una serie de subobjetivos que, paso a paso, nos lleven a nuestra meta. Recordad que estos objetivos tendrán más efecto si son específicos, medibles, alcanzables, relevantes y temporalizables.
La consecución sucesiva de objetivos redundará en una mayor percepción de autoeficacia (ahuyentaremos las dudas sobre nuestro estado de forma de nosotros mismos) y, por tanto, en una mayor motivación instrínseca.
Por último, siempre es aconsejable rodearnos de las personas que creen en nosotros y nos van a apoyar y animar. Una buena red de apoyo social es importante para seguir adelante, tanto para Iker Casillas como para cualquiera de nosotros.
Esperamos que estas pequeñas analogías hayan servido para ilustrar los efectos de los excesos de la presión y algunas de las maneras de gestionarla. Sin más, nos despedimos no sin antes reconocer nuestro apoyo a Iker Casillas, uno de los más grandes deportistas españoles de todos los tiempos.
Jaime Marcos